La maternidad ¿te cambia la vida?

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Ya voy, ya voy… Pero, ¿hablamos solo de maternidad, o ya hemos entendido que la paternidad también? Pregunta al aire para quien la recoja.

Pues es que resulta que no hace mucho nos encontramos con un amigo de estos de juventud, con los que solo coincidías los viernes y sábados a horas intempestivas, y en alguna barbacoa en verano que se terminaba alargando hasta horas intempestivas. Algo mayor que Aita y yo (nos sacará 3-4 años), empujando un carrito de bebé (pero bebé, bebé; nada de 2 añitos, no… como mucho 2-3 meses). Que dentro de mí pensé: “me encuentro yo ahora en ese punto y me dan los siete males así, uno detrás de otro”.

Y aún todo “animao” nos comenta que buah, que lo llevan súper bien, que pueden seguir haciendo todo lo que hacían y que todo perfecto, que no han notado en nada el cambio.

Una vez nos despedimos y seguimos p’alante, Aita y yo nos miramos, y nos saltó la risa… angelico… ¡no te lo crees ni tú! De aquí a un año o dos volvemos a hablar…

Yo soy de la opinión de que los hijos cuanto antes mejor. Vale, sé que no es una opinión muy popular, pero es que creo que la naturaleza es muy lista, y a partir de los 50 y algo, salvo honrosas excepciones, ya empezamos a estar para ser aitonas y amonas. Y el cuerpo no responde igual, y la cabeza tampoco. Que también puede haber dificultades y la cosa se alarga y se alarga… que no digo que no, pero mejor aitas y amas jóvenes a que te pille la adolescencia de tu churumbel con 60 o 60 y pico tacos…

Yo puedo hablar desde el punto de vista de madre y 50% de una pareja; de padre no, aunque algunas cosas puedo intuir con ver a Aita; claro que en este caso estamos hablando de padre consciente, presente y comprometido, cosa que no se puede decir de todos…

En mi caso, ya tenía los títulos de mujer, hija, hermana, nieta, pareja… y se añadió el de madre, que dejó en segundo plano todos los demás, o al menos por un tiempo esa fue mi percepción (espérate a que llegue el de suegra…). Sobre todo en los primeros meses, que, al darle lactancia natural ejercía de Teleteta, pues tenía un bultico con ojos y mucha hambre todo el día pegada a mi. Las 16 semanas de permiso de maternidad (que no 4 meses) se quedaron en nada, y aunque alargas con la lactancia, tuvimos que dejar a Hija1 muy pronto en la guardería.

¿Que ella se adaptó estupendamente? Pues sí. ¿Que ya que no podía traernos dibujos a casa porque era muy pequeña prefirió traer todo tipo de virus gastrointestinales y de mocos para que los disfrutásemos Aita y yo? Pues también. Aquí tenemos un cambio; hasta entonces habíamos tenido una salud de hierro… algún catarro tonto y poco más. En este momento descubrimos dónde estaban guardadas las armas biológicas: ¡en las guarderías!

Lo de dormir las noches de tirón… ¡pues ya pasó a mejor vida! Es verdad que no nos podemos quejar mucho, porque tanto Hija1 como Hija2 han sido de buen dormir… pero no siempre. Y esos rituales de baño, cena, cuento, beso, abrazo, espera ama que te cuente lo que me ha pasado en la ikastola, dame un poco de agua, no me puedo dormir… y hasta donde quieras alargar, van acortando las horas de sueño. Eso sin contar con las pesadillas, el levantarse a las 7 el día festivo, o el “tengo miedo, me voy a tu cama” y dormir toda la noche con una peonza entre Aita y yo.

Las salidas nocturnas… pues se limitaron durante una temporada. No es que ahora salga una barbaridad, pero hubo temporadas de cero pelotero. Sí que es verdad que hemos tenido apoyos para poder dedicarnos tiempo a Aita y a mi. La madre de esta madre de hijas siempre ha recalcado la importancia de cuidar la pareja, y cada x nos “invitaba” a perdernos por ahí quedándose al cuidado de las cachorras.

Y aquí se incluye la relación con los amigos… si coincide que todos tienen los hijos a la vez, ni tan mal, pero como haya diferencia en años… en mi caso desaparecimos durante la crianza, con salidas de adultos esporádicas y uniéndonos a las salidas familiares. Pero claro que cambia… de hecho hace poco hablábamos, que a algunos de los compañeros de parrandas hace ¡años! que no vemos…

Los viajes o actividades fuera de casa… ahora hay que multiplicar todo por 4: 4 menús, 4 billetes de tren, 4 pax para los alojamientos (¿qué significa pax? nunca lo he entendido). Disfrutamos un montón de las cosas que hacemos juntos, pero eso, hay que mirar la actividad para que no se nos vaya de presupuesto… Porque los hijos cuestan dinero, ¡bastante dinero! Y los gastos los seguimos pagando dos cuando somos 4…

Por no hablar de la relación de pareja… que cambia. Antes en la ecuación éramos 2, íbamos, veníamos… ahora estamos al cuidado de las 2 fieras, hay que organizarse. Y los momentos de estar a solas, se reducen, y según la temporada a la mínima expresión. No hablemos ya si trabajas a turnos… ¡maravilla! Aquí es donde entraba “amatxi al rescate”, y los fines de semana de respiro.

Y algo que pocas veces se tiene en cuenta, aunque cada vez (afortunadamente) más, los cambios en el cuerpo de quien ha sido amatxo. Físicos y psicológicos. El cuerpo cambia de forma para alojar al bebé, y luego para alimentarlo, y las cosas no siempre vuelven a su ser… más bien tienden a desparramarse, a no ser que tengas un entrenador personal, niñera, una persona que se encargue de limpiar la casa y unido a todo esto puedas vivir sin trabajar. Porque el común de los mortales, además de reconciliarnos y reconocernos en nuestro nuevo cuerpo y sus extensiones, tenemos que lidiar con la carga mental que supone el conocer a esa nueva personita y llevarte bien con ella, el estado de alerta permanente (aunque trates de que no sea así), más tarde el organizar las extraescolares, el ir y venir, las compras, la casa, el menú semanal (para mi lo peor), el trabajar fuera de casa (hoy día prácticamente indispensable), que la pareja funcione…

En mi caso he de decir que desde el principio ha sido trabajo de dos; con las temporadas en que uno tira más que el otro del carro por las circunstancias de cada uno, pero para eso somos un equipo.

A día de hoy Hija1 va a cumplir 17 añazos (vértigo) e Hija2, 15 (más vértigo). Y las preocupaciones cambian, aunque sí que es cierto que tenemos más tiempo para nosotros (esto dará para otro post).

Y en cuanto al amigo este, como decía, ya hablaremos majo, ya hablaremos…

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