Hoy día 1 de diciembre es el día en que el mundo conmemora el Día Mundial del Sida. Ciertamente no sé si son días de conmemorar o celebrar…. Siendo algo así, chungo, igual habría que buscar otro verbo…
Me tocó vivir un caso de VIH cercano allá por los 90. Yo era una chavalica de 16-17 años y aquello me impactó bastante. Era un tiempo en que la enfermedad se consideraba de homosexuales y drogadictos, así que estaba estigmatizada a tope. Afortunadamente, he crecido en una familia en la que, antes de juzgar, se ayuda, así que aquella persona recibió un montón de cariño y apoyo, y se fue sintiéndose amada y respaldada a tope. Nadie preguntó cómo lo había pillado, ni por orientaciones sexuales ni consumo de cosas… Simplemente se le acompañó y apoyó.
Por desgracia, en aquellos tiempos (principios de los 90) en que, aunque se empezaba a vislumbrar, no había todavía un tratamiento, esto no era lo habitual, y los contagiados firmaban su sentencia de muerte con aquel positivo en los análisis, muriendo al tiempo solos en muchos casos y por causas como “un derrame”, “un infarto” o “un cáncer”. Todo ello por enmascarar la verdadera razón. El miedo y la falta (o tergiversación) de información. Es lo que tiene.
Con el paso del tiempo, la inversión en investigación y el trabajo de los científicos, se consiguió un fármaco que, si bien no cura la enfermedad, sí que ha conseguido cronificar la, aumentando la esperanza de vida a cotas más o menos en la media del resto de la población. Claro, eso sí vives en países con acceso al fármaco, con un sistema de salud gratuito y universal, y un estado del bienestar firmemente instaurado; si volvemos la vista hacia el continente africano (por ejemplo)… ya es otro cantar.
En aquellos 90, en que yo estaba en el instituto, se nos dió información sobre el VIH veraz y contrastada. Se trataba de que la población joven que empezaba a tener relaciones sexuales (porque si consumía droga inyectada no lo iban a decir), se concienciase del uso del preservativo en sus relaciones heterosexuales y homosexuales. No se trataba solo de prevenir el embarazo no deseado, sino de evitar también la expansión de distintas ETS, y en ese momento la que más miedo daba por la sentencia que suponía, como he dicho antes: el VIH. Y por supuesto, de quitar el estigma de la enfermedad de “yonkis y maricones” como se decía entonces.
Se nos educó también en la diferencia entre ser seropositivo y tener SIDA: tener el virus y desarrollar la enfermedad.
Como he dicho antes, se ha conseguido cronificar la enfermedad, y en algunos casos hacerla indetectable en sangre, pasos importantes para conseguir la curación. Pero esto todavía no ha llegado.
Lo que pasa que, en esta sociedad, que somos como nos “hacieron”, pues es como que si ya no es mortal de necesidad, pues bueno, pues ya está, se le pierde el miedo… y en esta época de relaciones rápidas y a veces anónimas, pues no te andas a poner la goma porque…¿qué puede pasar? ¿por qué me va a pasar a mí? Pues pasa, pues pasa…
En España, en 2023 se diagnosticaron 3196 nuevos casos de VIH, muchos de ellos sin sospecharlo. Esto es unos 6-7 casos por cada 100.000 habitantes. Y la franja de edad con mayor porcentaje, entre los 24 y los 35. Para darle una vuelta.
“Bueno, pero la enfermedad está cronificada y se puede llevar una vida normal”. A ver, cronificada está, pero si por normal aceptas un sistema inmune debilitado, tener que ser muy responsable con el tratamiento, ser cauteloso al máximo en tus relaciones (a no ser que seas un …introduzca su adjetivo… y te dé igual contagiar a alguien), ser más vulnerable a infecciones, llevar una vida sana (pero de verdad)…
Y esto es lo que piensan muchos jóvenes, porque “es que con condón se siente menos”, “no vas a parar para ponértelo”, “es que si en ese momento no tengo…”. Pues chico, o chica, hay mil maneras de intimar con una persona sin necesidad de coito. Se puede dar gustico de muchas formas, no solo con el mete-saca. Y utiliza la imaginación, ¡que es muy poderosa!
Tanto a Hija1 como a Hija2 les hemos insistido con el tema, con la necesidad de ser responsables con lo que hacen, y de la prevención. De momento lo entienden y lo comparten, veremos cuando estén en la circunstancia…
A modo de recomendación, la película Philadelphia. Tom Hanks está increíble, pero para mí el personaje más interesante es el que interpreta Denzel Washington, por el viaje que realiza a través de los estigmas y los prejuicios sobre la enfermedad y los enfermos.