Disculpe joven, que no le entiendo. ¿Te refieres al gimnasio? Que con tanto anglicismo para palabras que ya existen, me pongo un poco tennnnnsa. Los corredores ahora son runners, la lluvia de ideas se ha transformado en brainstorming y las autofotos en selfies… Y a tu pregunta: sí, sí voy al GIMNASIO. Que si me dices el gym, me suena un poco al gym y al ñam, y ahí no hay equilibrio posible.
Pues nada, como persona media que vive en estas latitudes, una vez llega septiembre, ahí estamos de nuevo, con las actividades a tope. Y especialmente las actividades físicas.
Que ya lo tengo dicho de hace tiempo, que el año no debería empezar el 1 de enero, sino el 1 de septiembre, que es cuando acaba lo bueno (vacaciones para la mayoría, buen tiempo, calorcete, días largos…) y empieza la rutina así, de golpe. Y en teoría el mal tiempo, aunque de unos años a esta parte, tenemos el veranillo de San Miguel, el buen tiempo que se alarga o, mejor dicho, el cambio climático que avanza a gran velocidad… ¡menudo verano de calorro hemos pasado!
En fin, a lo que íbamos; septiembre, o lo que es lo mismo, buenos propósitos e inicio de actividades. Este año, además de continuar con euskera (ahí seguimos, apalancadas en el B2, repintiéndolo por ¿5?¿6? año consecutivo… aupa neska!), retomamos actividad física pro-gra-ma-da, nada de libre albedrío, que nos conocemos. Así pues, vuelta al Zumba.
Objetivos del año, hacer deporte a tope y ponerme en forma; objetivos reales, que llegue final de mayo y siga acudiendo puntualmente a la actividad en cuestión.
Además de esto, como una va a turnos, que es una maravilla para esto de seguir actividades semanales (ironía modo on, o “dale al botonico de la ironía” en castellano), nos planteamos acudir a ese lugar peculiar repleto de personas peculiares que es el gimnasio (o gym para los modernos).
Con el paso de los años, y de acudir intermitentemente a tan sudado lugar, he podido vislumbrar y hacer una pequeña clasificación de la flora y fauna que me he encontrado.
– Los Croissants: En mi gimnasio ocupan la parte baja derecha, donde están todas las pesas, de diferente formas y tamaños. Están ahí, normalmente chicos jovenzuelos, dale que te pego al bíceps, pectoral, trapecio y oblicuo, pero se suelen olvidar del tren inferior, es decir, las piernas, que al no estar tan musculadas como el resto del cuerpo, dan un poco el cante. Se les distingue por la camiseta de tirantes y los guantes para levantar pesas sin que les salgan ampollas en las manos.
– Los crossfiteros: En mi caso tienen un armatoste en mitad del gimnasio donde van en grupos de 4 o así con el preparador físico, y ahí están, levantando cosas, moviendo cuerdas, ahora sentadillas, ahora plancha… un no parar de ejercicios y repeticiones. Y aquí, porque están con más gente y se controlan, pero en otros sitios parece el ejército, venga a dar voces… Y luego todos al Conquis.
– El Frente Juventud: En realidad dejaron la juventud atrás hace décadas, pero son jóvenes de espíritu. Lo mejor que les puedes decir es “¡pero qué en forma se te ve!”. Estos se dividen en dos grupos.
Por un lado, los que han hecho deporte toda la vida y por diferentes fases de la vida y lesiones no pueden hacer su deporte y se dedican a hacer algo en alguna máquina, y sobre todo, a aconsejar a las nuevas generaciones; aunque no se lo pidan; aunque les digan que les dejen tranquilos… ellos necesitan iluminar a los nuevos deportistas con su experiencia y su sabiduría.
Por otro, los que van a utilizar algunas máquinas, sobre todo cuando hace mal tiempo y no pueden ir a “andar” como dicen ellos, o a hacer la javierada ida y vuelta tres veces, como nos parece al resto de mortales. Otro día hablaré de estos caminantes, que me suelo cruzar por el paseo del Arga… todo un Cabárceno, oiga. Mayoritariamente hacen cinta, bici, y algún “echao p’alante” elíptica. Durante rato; mucho rato; mucho mucho rato. Vamos, que te aburres de esperar y te vas a otra máquina.
– Padres o Madres con niños en actividad: A estos se les distingue porque van estresados. Van de máquina en máquina de la rutina que tienen como a saltos: ahora cinta, ahora cuádriceps, ahora bíceps, abdominales, elíptica y me voy; solo tienen 55 minutos desde que dejan al churumbel en la actividad hasta que tienen que ir a recogerlo, lo que les deja 52 minutos de ejercicio real. Un estrés. Yo ya he pasado por esa etapa… y qué bien que los txikis crecen.
– Los de los Buenos Propósitos: Estos somos (sí, me incluyo) el 85-90% de los usuarios. Entramos en septiembre cargados de motivación e ilusión, nos desinflamos en el Puente Foral (con tanto festivo es imposible), y volvemos después de Año Nuevo, y ahí ya, cada cual… el grueso del pelotón aguanta hasta Semana Santa, y los que llegan a final de curso son los avanzados de la clase.
Y por último, pero no menos importante:
– Los Novatos: No han ido a un gimnasio en su vida, y se nota; casi no saben ni por donde entrar. Van con el monitor del gimnasio, de máquina en máquina, afirmando mecánicamente (cuando ni puñetera idea de cómo funcionan, pero hay que disimular), y con la indumentaria de gimnasia de 8º de EGB, o la pantaloneta de algodón y la camiseta de propaganda, o de equipo de fútbol de los 90; en dos días tienen las mallas y la camiseta técnica transpirable de última generación; ¿que por qué lo sé? Porque todos y todas hemos sido ese principiante en el gimnasio, asúmelo, que yo ya lo he hecho.
Así que nada, veremos qué aventuras nos dispensa el deporte este año, de momento, este lunes empiezo a todo ritmo.