¿Y qué va a pasar con el curso?

Viendo lo que estamos viendo con el paso del tiempo, la continuación del confinamiento, y lo que se va intuyendo por las noticias que nos llegan, mis chicas preguntan mucho si van a volver este curso a la ikastola.

La verdad es que hemos conseguido una cierta rutina con las tareas escolares, las horas de estudio y de lectura, y el deporte; en este último punto hemos roto más de una norma, como no correr por la casa, no jugar con la Wii entre semana (benditos juegos de baile), o no utilizar balones (por suerte son de esponja), pero todo sea por soltar adrenalina y revoluciones… El truco está en que no haya nada que pueda romperse; ya, si se rompen ellas, árnica, tirita y sesión de mimos.

Con estas rutinas lo que hemos tratado de hacer es que no pierdan rodaje en lo que se supone que era el curso escolar, pero la verdad es que conforme más va avanzando el tiempo, más complicada veo la vuelta, y no sólo eso, sino también que todo el alumnado vuelva en las mismas condiciones. Es algo que nos inquieta, pero no mucho, la verdad. De hecho, más nos preocupa la falta de contacto físico con sus amigos, y la falta de espacio amplio para que les de el aire, puedan correr en condiciones…

Está claro que tras meses metidos en casa (todavía no sabemos cuántos, pero ya vamos mes y medio), el curso ni se puede, ni se debe evaluar como habitualmente. Creo que el alumnado que está actualmente escolarizado va a tener un punto compartido, y es el perder un trimestre de su vida académica. Digo perder, pero en casa tampoco lo sentimos así; no creemos que hayamos perdido un trimestre, ni hemos perdido el tiempo. Hemos aprendido otras cosas: a conocernos, a convivir (sí, somos familia y estamos muy unidos, pero tantas horas juntos, compartiendo un solo espacio, no habíamos tenido nunca), a hacer otras cosas, a ser creativos, a tener paciencia, a ceder, a cumplir las normas, a cocinar, a coser, de nuevas tecnologías… Es que hay muchísimos aprendizajes que están adquiriendo, y que no están en el currículo.

Desde que mi chico y yo éramos estudiantes, parece que en este punto no ha cambiado nada; parece que “perder” un año es un drama… Pues no, ni es una pérdida de tiempo, ni pasa nada porque un año repitas curso. De hecho, puede ayudar en un montón de cosas que igual no tienen que ver con lo académico, sino con la madurez personal, el saber elegir tu camino y saber lo que quieres, y abrirte a estar con otra gente.

Y hay otra circunstancia importante a tener en cuenta: si en algunos trabajos, que el común de los mortales vemos posible hacer en la distancia (teletrabajo, vamos), ha sido complicado ponerlo en marcha, ¿cómo lo vas a hacer con la chavalada? Y no hablo solo del nivel que lleve cada uno, o el tiempo que le dedique… es que hay muchísima casuística: los adultos de la casa trabajan o teletrabajan, por lo que no pueden dedicar mucho tiempo a ayudar con la tarea; en la casa sólo hay un ordenador y uno de los progenitores teletrabaja; o en la casa ni siquiera hay ordenador o conexión a internet; los progenitores no tienen nivel académico adecuado para ayudar con ciertos contenidos; el niño o niña tiene necesidades especiales que sus padres o madres no saben, o no tienen modo de cubrir; o, qué narices, sin falta de ponernos en situaciones particulares, al txiki en cuestión le apetece entre poco y nada hacer matemáticas, o lengua, música, porque está hasta el gorro de estar encerrado en casa, de no poder salir al parque o estar con sus amigos más que por medio de una pantalla.

Y luego está el tema de los centros escolares, que hacen lo que buenamente pueden… Porque cada docente tiene que apañarse desde su casa el rato para poder preparar contenidos para la chavalada: que sea posible hacerlo por medios telemáticos (¿cómo hubiese sido esto sin internet? ahí lo dejo…), esperar que los planetas se alineen para que las familias puedan ayudar a sus vástagos, preparar videollamadas (imaginemos por un momento esa videollamada con 25 preadolescentes de 12 años así, de golpe), y lidiar con familias preocupadas por qué es lo que va a pasar con el curso y cómo se va a evaluar; y el bonus-track, si tiene hijos pequeños, y tiene que conciliar (jajajajajajajajajajaja) su trabajo como docente, con el cuidado de sus txikis…

Sinceramente, en casa no nos preocupa mucho el final del curso. Tenemos claro que todos van a ir parecido en cuanto a rutinas, que no es lo mismo hacer las cosas desde casa que en el aula, y que habrá que adaptarse y adaptar los contenidos, y terminar el trimestre en el próximo curso.

Mientras tanto, hagamos lo que podamos, reconozcamos el enorme esfuerzo que hace la chiquillería con la cuarentena, y disfrutémonos.

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