Y es que, con esto de la conciliación laboral y familiar (jaaaaaaajajajajajajaja… ay… algún otro ataque de risa con este tema ya me había dado, ¿no?). A lo que iba, que con esto de tener que apañar el verano para poder cuidar de nuestros retoños, y a la vez conseguir que tengamos algún día (a poder ser una semana) en que todos estemos juntos de vacaciones, hay veces que toca que uno de los dos se lleve a las txikis a algún sitio, estando de vacaciones, mientras el otro se queda en casa, para poder ir a trabajar.
Duro, ¿eh? (ejem, ejem…). ¿Para el que se va o para el que se queda? Interesante pregunta…
Bueeeeenooo… No voy a negar, que las veces que me ha tocado quedarme sola, mientras mi chico se iba con Hija1 e Hija2 a pasar unos días a Soria con sus padres, pues, como que les he echado mucho de menos… pero a ratos.
Supongo que seré mala madre (o no), pero ya he comentado más de una vez la importancia de cuidarse una misma para estar bien, y así cuidar bien de las txikis. Hay quien no lo entiende, pero creo imprescindible que, primero, como madre que soy, esté yo bien, para poder afrontar cada cosa que nos va pasando, problemas que van surgiendo, o, simplemente, tener la paciencia suficiente, después de un día jodido en el trabajo, para no soltar lo primero que te viene a la boca a la pobre chiquilla, que sólo se estaba pintando las uñas y se le ha ido de las manos (a los pies, a la ropa…).
Y no es algo egoísta, es algo necesario.
Aplíquese también a los padres conscientes y copartícipes en la crianza de los hijos e hijas (que no son todos, este es otro tema interesante…).; es decir, a mi compañero de aventuras.
Así, en el proyecto de ingeniería familiar que desarrollamos cada verano, en el cual intervienen (además de nosotros) abuelos, abuelas y campamentos diversos, normalmente hay unos días en que se van ellos, y otros días que me voy yo al Pirineo con ellas y con mis padres, de tal manera que tenemos unos días para acordarnos de cómo es eso de no depender de los horarios de nadie, ni tener que pelearte con nadie por el mando de la TV… Que ya he dicho muchas veces que los cuatro estamos muy bien avenidos, pero que echarnos de menos unos a otros, tres días al año ayuda a valorar más lo que tienes, y a disfrutar mucho más en familia cuando nos volvemos a juntar.
Y este año, de primeras, me toca a mí… Así que, con gran dolor de mi corazón, “sufriré” la soledad durante 3 días, me los organizaré para aprovechar a hacer cosas en casa mientras no están las fieras, de las cuales haré el 10% (y por supervivencia), y a su vuelta alucinaré de lo rápido que han pasado, entre trabajar y hacer nada a ratos.
Y le pasaré el testigo de “Rodriguez” a mi chico, para que “sufra” sus tres diítas de rigor…