Aprovechando el cambio de año, los propósitos de año nuevo y que todos somos mucho más creativos y trabajadores (a ver cuánto nos dura), he decidido poner en marcha esto que llevaba ya tiempo en mente.
La idea de meterme en estos menesteres me la dio mi padre; él no lo sabe, pero es así. Ocurrió en una comida familiar, alguna de mis hijas la lio, y por la manera en que manejé la situación y le di salida, mi padre se me quedó mirando y me dijo: “jodeeeeer… ¡eres igual que tu madre!¡Hija de madre!”.
La cosa es que lo que vi en sus ojos no fue ironía o un “ves, siempre llevando la contraria a tu madre y al final a morir al palo”, sino cierta admiración y orgullo. Mis padres son dos personas que llevan juntas unos 45 años, pero porque quieren, no por comodidad o costumbre, y se quieren, se respetan y se admiran profundamente. Así que el hecho de que él me lo dijese en ese tono hizo que me plantease cosas.
Entre los dos (pero sobre todo mi madre, por el tiempo que pasaba en casa) han educado a tres vástagos, y no es porque yo sea una de ellos, pero no les ha salido nada mal. Somos personas felices, con principios, generosas y que queremos bien a los nuestros. Creo que no se puede pedir mucho más… o por lo menos yo no lo pido. Nos han dado libertad, pero con coherencia, nos han enseñado a respetar y a ser leales, a comprender, a ponernos en el lugar de quien no es como yo, a comprometernos, a soñar, a pedir ayuda cuando la necesitamos (aunque este tema mi madre… ya si eso en otro momento…); y nos han dado amor, mucho amor.
Cuando me dio por darle vueltas a este tema lo hablé con mi pareja (en lo sucesivo mi chico, mi marido, mi compañero…); he de decir antes que nada que somos muy muy chapas; si nuestra pareja hiciera aguas en algún momento no sería por falta de comunicación, porque lo hablamos tooooooodo; y cuando digo todo, quiero decir todo. De esta manera si tenemos que tomar una decisión estamos super respaldados por el otro, y acertamos en un 99% de las veces. Funcionamos muy en equipo, que eso es algo que teníamos muy claro cuando nos metimos a esto de ser padres.
Le conté lo bien que me había sentido con esto que pasó, y que si realmente lo estábamos haciendo bien con las chicas en parte era por lo que yo había recibido en mi casa (la otra parte, evidentemente viene por parte de la suya); y que sí, que me gustaba eso de ser “hija de madre”, y que además iba a ser “madre de hijas”. Y así es como surgió esta aventurilla.
La verdad es que no soy escritora, ni periodista, ni psicóloga, ni pedagoga, ni ningún otro “-gogo” que se pueda pensar. Soy simplemente una madre, que se ha leído unos cuantos libros sobre crianza, así como mi chico, pero que al final terminamos improvisando cuando surge algún conflicto o situación con las niñas. De momento vamos, que no es poco.
Mi intención es escribir sobre cosas que nos hayan pasado o nos pasen, y no en relación con la crianza, sino también con la experiencia personal de ser madre en este mundo, en este país y en esta sociedad; si algún día el aita se estira, también daré su punto de vista.
Espero que guste.
PD: Pues la cosa es que esto iba a ser publicado a primeros de febrero, pero quien inspiró esta aventura nos dejó de manera brusca, inesperada y terrible. Mi aita se fue al monte (su gran pasión) y no volvió; y aunque estaba con ganas no he sido capaz de retomarlo hasta ahora. Eso sí con más ganas que nunca.
Espéranos en la cima
Enhorabuena por el Blog 🤗 Encantada de poder leerte.
La experiencia es la madre de la ciencia y a base de las mismas aprendemos: unas veces acertamos y otras nos equivocamos….Y como madre ni te digo. Nadie nace aprendido. Gracias por compartir las tuyas y con ese salero, hija de madre 😉