El pasado 11 de febrero fue el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia.
Fue proclamado por la ONU en 2015, con el fin de lograr el acceso y la participación plena y equitativa en la ciencia para las mujeres y las niñas, además para lograr la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y las niñas. O eso es lo que dicen.
Dicho de manera más llana, consiste en dar oportunidades, y sobre todo, referentes, a las niñas que pueden ser futuras científicas, en cuyas carreras, históricamente ha habido una mayoría masculina.
Las razones para que se dé esta situación son variadas, evidentemente. No se debe a una única razón, pero una importante es, como decía, la falta de referentes que nuestras niñas tienen. Y no lo digo yo… lo dicen los libros de texto. Basta con mirar la cantidad de científicos varones frente a las científicas femeninas. Porque, además de Marie Curie, ¿cuántas más conoces?
En cambio, Marconi, Bell, Einstein y Newton te salen de corrido. He ahí la diferencia.
En otros post ya he comentado la “política” que hemos seguido con este tema en casa; hemos intentado inculcarles (bueno, y lo seguimos haciendo, que hay veces que vienen con unas dudas o unos comentarios que les han hecho… que tela. Siglo XXI y eso…), que pueden ser lo que quieran. Con esfuerzo, vocación y los medios que les podamos aportar, a por lo que quieran, no a por lo que les digan. Luego saldrá bien, mal o regular, pero estarán implicadas en algo que les gusta, no que les ha sido impuesto.
Y esto a todos los niveles. Anda que no ha tenido que oír Hija2, la futbolista, aquello de “el fútbol femenino, ni es fútbol, ni es femenino”. Y eso, ¿se te ha ocurrido a ti solo, o lo has leído en Forocoches? Porque vaya nivel…
“Pues no sé por qué no va a haber también el día del Hombre en la Ciencia”. Pues no sé yo tampoco… mira a tu alrededor… igual en tu caso sería más apropiado el “Día de la masculinidad frágil”, pero tú mismo.
Todo este ambiente hace que les entren dudas. “Es que, ama, me gustan las cosas de chicos”. Y ahí viene la reflexión, que va calando poco a poco. “A ver, Hija, ¿las cosas de chicos, o las que dicen que son de chicos?”. Y tras haberlo repetido mucho, cuando en el patio no le pasaban el balón “por no saber jugar a fútbol”, cuando a alguno le da mil vueltas, por ejemplo, lo ha ido interiorizando. No hay aficiones de chicos o de chicas, hay aficiones. “Es verdad, ama, pero es que ¡no sé por qué tienen que ser de chicos!”.
Lo mismo que pasa cada año con la campaña de Navidad y los catálogos de juguetes, que hay empresas que creen que con meter en la foto de la cocinita a un niño varón ya está hecho, mientras ponen las páginas de muñecas en rosa y las de muñecos de acción en azul (aplausos),
Esto de los deportes de niño o niña también es consecuencia de la falta de referentes: ¿cuánto ha costado que se vea en la tele de una manera más o menos habitual fútbol femenino? ¿cuántos equipos femeninos de Primera División reciben un apoyo real de sus clubes, jugando en los grandes estadios? Y no me vale la excusa de “es que no venden tanto”; el club está formado por todas las categorías, unas aportan fama, otras títulos y otras dinero. Alexia Putellas, jugadora del FC Barcelona, primera española balón de oro femenino; Jenni Hermoso segunda clasificada (entregándose a las chicas solo desde 2010; por cierto, a la ganadora del primero, una finlandesa, el DJ del evento le pidió que bailara twerking al entregarle el premio, como a Leo Messi o Cristiano Ronaldo ¿no?); españoles balones de oro masculinos: 1, en 1960, Luis Suárez (entregándose desde 1956). O el premio se nos da mal, o igual hay que dar un poco más de nombre al fútbol femenino, no sé…
El otro día ante una justificación de “es que los chicos son más brutos”, me vino Hija2 flipando: “Ama, ¿cómo que son más brutos y ya está? ¡pues que tengan cuidado, igual que yo!”. Me encantó esta reflexión que salió de ella solica. Porque empezamos justificando que son más brutos, y ya está, y luego nos sorprendemos de que no aprendan a no resolver las cosas a tortas. ¡Si es lo que han mamado! No vale “son brutos” y ya está; habrá que enseñarles a ser cuidadosos y no hacer daño; si damos rienda suelta y normalizamos el ser animalico, pues luego pasa lo que pasa.
Lo mismo que en el deporte, como decía, está la ciencia. Ves los libros de texto, las series como “Erase una vez los inventores”, películas… y la mujer siempre (o el 95% de las veces) tiene un papel secundario, si es que lo tiene.
Nos olvidamos de, por ejemplo, Inge Lehmann, Gertrude Belle Elion, Caroline Herschel, Hipatia de Alejandría, Rosalind Franklin, Margarita Salas o más actuales como Nadège Taty, Katalin Karikó, Katherine Johnson (esta hace doblete, mujer y afroamericana) y Tu Youyou.
Así, ya en los años 90 (concretamente en 1993) la historiadora de la ciencia Margaret W. Rossiter acuñó el término “efecto Matilda” que consiste en un prejuicio en contra de reconocer los logros de las mujeres científicas, cuyo trabajo a menudo se atribuye a sus colegas masculinos, en honor de Matilda Joslyn Gage (activista norteamericana, luchadora del sufragio femenino, activista abolicionista, librepensadora y autora prolífica, que denunció el poco valor que se daba al trabajo femenino en la ciencia).
Es interesante ver distintas iniciativas que se llevan a cabo, que si es cierto que se dejan ver más el 11 de febrero, el trabajo se hace durante todo el año.
Una de ellas, #nomorematildas, nos invita a reflexionar en este vídeo, y en su página web (https://www.nomorematildas.com/), presentan las cosas que llevan adelante. Muy interesante.
Así que nada, padres, madres… a ver si, ya que habitualmente no se los ponen en bandeja, buscamos referentes para nuestras hijas para que sean conscientes de que pueden ser lo que quieran.