¿Me das un beso?

Reconozco que soy una rancia en cuanto a muestras de cariño con intercambio de babas se refiere. Besos, lo que se dice besos, doy pocos; básicamente a mi familia (con ellos soy muy besucona), y los de compromiso (en plan saludo, si no queda otra, o presentaciones). Yo soy más de abrazos; esos sí que me gustan. Puede que sea porque soy del norte (no tenemos fama de sobones, precisamente); creo que en un porcentaje alto pudiera ser… Pero también porque las muestras de cariño me parecen situaciones íntimas, y soy selectiva, no las doy de cualquier manera, ni a cualquiera.

Y hablando de abrazos, mi abrazo favorito es el de frente a frente, dando todo y recibiendo todo, bien apretado y, de mínimo, 6 segundos de duración. Digo esto, porque hay muchos más tipos de abrazos: los de medio lado, los de medio brazo, los rapidines, los de palmada en la espalda… A mí me gustan los abrazos, abrazos: a pecho descubierto, vaya.

Es por esto, entre otras cosas, que nunca les he obligado a Hija1 e Hija2 a dar besos; y con la venia de Padre, por supuesto.

A mí, esto de que los niños o niñas pequeños tengan, por narices, que dar un beso a alguien que no conocen de nada, o con quien no tienen confianza, siempre me ha chirriado un poco bastante. ¿Será porque soy una rancia? Seguramente, ya lo he admitido en la primera línea… Pero es que, además, creo que les estamos quitando la posibilidad de elegir a quién sí y a quién no quieren expresarle ese cariño, dándoles un mensaje muy equivocado: hay personas a las que sí o sí tienes obligación de demostrarles el cariño, con una acción íntima (beso, abrazo… y de más mayores, otro tipo de expresiones). Y no estoy de acuerdo.

Creo que es súper importante, desde bien pequeños, enseñarles a demostrar el cariño o dárselo a quien ellos consideren que se lo tienen que dar, que se lo ha ganado, y con quien se sientan cómodos para esa intimidad y complicidad. Pienso que enseñarles esas herramientas y actitudes desde pequeños puede hacer que más adelante vivan sus relaciones de una manera más sana, sin “obligaciones”, ni el sentimiento de compromiso de tener que demostrar cariño/amor a alguien por quien no sienten eso, pero como es lo que socialmente está aceptado/estipulado…

Los adultos somos muy de ver niño pequeño, y “ven, dame un beso”. Pues no, creo que debería ser “hola (inserte el nombre), ¿quieres darme un beso?”, y si te dice que no, aceptarlo como lo harías con un adulto. Y punto.

Nosotros, cuando venía “la tía Faustina” (esa del pueblo, o de otro barrio, que sólo ves en momentos muy puntuales, pero que cree tener derecho a todo), y se dirigía a las txikis con el “ven, dame un beso”, ellas nos solían mirar entre sorpresa y algo de temor, y nosotros siempre les preguntábamos ¿quieres darle? y si decía que no, le echábamos un capote para que no lo tuviera que hacer, que para eso somos los adultos responsables y a cargo de ellas. Siempre estaba el típico comentario “¿cómo que no? qué maleducada…”. Pero nosotros, como “la Cristales”, me resbala todo. O hasta que te pillaba en mal día, y… pues eso, de maleducada nada, señora, si no le apetece no le voy a obligar. Y me dices a mí lo de maleducada, si no te importa; métete con alguien de tu tamaño…

Les hemos educado en que sus besos son suyos y solo suyos, que si los quieren dar, los den, pero porque les apetece, no porque se sientan obligadas. “¿Cómo míos, ama?”. Pues sí, hija, tuyos. ¿Quién los fabrica? Tú, ¿no? pues son tuyos. Los besos no se exigen ni se compran; se merecen y se ganan. Y como son tuyos, tú decides sobre ellos.

A veces me dicen que qué ideas más raras les enseñamos. Si es raro el feminismo y el empoderamiento, pues sí, somos más raros que la calentura, pero queremos que nuestras hijas sean libres, conscientes de sus actos, consecuentes y felices. Y que si quieren decir NO, sea NO, y sean capaces de hacerse respetar, y que no se sientan mal o presionadas por ello. ¿Altas aspiraciones? Pudiera ser, pero no esperamos menos.