Se llaman villancicos porque “canción del verano pero con frío, lluvia y nieve” quedaba muy largo.
Son esas canciones que año tras año, generación tras generación se repiten y se adaptan, de manera que todo el mundo se las sabe. Además da lo mismo que en tu colegio o ikastola se canten o no, que te las vas a saber. Creo que van con los nanobots y el 5G, o algo así me contó el probe Miguel (Bosé, o ese señor mayor que era un Amante Bandido).
La cosa es que da igual que vengas de la Selva del Serengeti, y nunca hayas tenido contacto con esta “civilización” (por llamarla de alguna manera), que cuanto alguien en la reunión familiar, laboral o amiguil saca la pandereta, la botella de anís, o el sello golpea-mesas, todo el mundo canta a coro.
Son canciones sencillas a la par que pegadizas (como las canciones del verano), con una estructura de verso-estribillo-verso (como las canciones del verano), y palabras clave que se repiten hasta la saciedad (como las canciones del verano). Y luego tiene que tener un vocablo o una onomatopeya que se repita mucho.
Pongo varios ejemplos de esto: en cuanto a los ruidos sin sentido, en verano sería el shalalala oh oh oh; también el bum bum de mi corazón, o de mis caderas (que ya es sonar raro las caderas… igual una visitica al traumatólogo no te vendría mal, salao); o gritos sin ningún tipo de sentido, como el venao, taxi, bommmmmmba… yo que sé, era sanfermin, y no me acuerdo de mucho.
Bueno, pues esto, en los villancicos se traduciría en el ropopopom, dindon, fun fun fun… vamos, con mensaje profundo profundo.
En verano, hay palabras claves, como playa, bailar, tu piel, arena y el sol. Coges estas palabras, las metes en una batidora, y las tiras sobre la mesa. Haz frases uniéndolas en ese orden, y ya tienes hit del verano; da igual que no tenga sentido, la gente lo escucha en verano, en las fiestas de los pueblos o en el chiringuito… no se van a poner a analizar la letra, normalmente bastante tienen con mantenerse en pie.
Pues esto, trasladado a los villancicos es: Belen, camino, niño, campanas y virgen (más o menos). Con esto también, lo mezclas, haces frases, y ya tienes villancico.
Hay quien dirá: “pero los villancicos tienen sentido, están más trabajados”. Sí, majo sí… mira:
“Pero mira cómo beben los peces en el río”. Eeeehhhh… me vas a perdonar, pero no lo veo; sinceramente no sé si están bebiendo o simplemente boqueando. No tengo muy claro que los peces beban… porque ¿en serio? donde hacen sus cosas (todas sus cosas),¿luego le pegan un trago? Lo siento pero no lo veo.
“Olé olé Holanda, olé, Holanda ya se ve”. Vamos a ver que yo me sitúe… ¿que se ve Holanda? ¿Pero no estábamos en Belén?
“Dime Niño de quién eres, y si te llamas Jesús, soy amor en el pesebre y sufrimiento en la cruz”. Joder… Primero, le preguntas a un bebé recién nacido (¿qué esperas que te conteste?). Y después la respuesta… ¡toma spoiler! ¿Y el niño? Un poco intenso…
En el de “canta, ríe, bebe”, se canta algo así: “esta noche hasta los guardias, cogen una borrachera, por eso no tengo miedo a que nadie me detenga”. Ahí, alentando delincuentes desde bien pequeños. Este villancico en un festival de Navidad, ¿qué me decís? Y luego, como meta mano Asuntos Internos, ya la tenemos liada…
“Ande, ande, ande, la marimorena”… Y venga de kilómetros, y encima sin un destino fijo. Este es el villancico que más estrofas tiene del mundo, del saber popular, además. Todas empiezan con “En el portal de Belén, hay un…” y ahí tienes de todo, desde el hombre haciendo botas, migas que tiene un problema con la cuchilla, hasta algo más poético como estrellas, sol y luna (ojo para decir que había eclipse…).
En el de “Hacia Belén va una burra”, hay varios elementos que me tienen inquieta. Para empezar, rin rin, como si la pobre burra llevase timbre; y luego el lio con los remiendos, que no me remiendo, que me lo pongo, que me lo quito… ¡estate quieta, caramba! Y luego ese problema de seguridad, con los ratones que entran, y los gitanillos (esto no queda racista ni nada), que se llevan los pañales (¿?). No sé, Seguritas Direct te pone la alarma en 24 horas…
Y estos son solo algunos ejemplos de los villancicos más típicos, que las que en los años 80-90 hemos ido a colegios religiosos (ahora no sé como andará la cosa, estoy un poco desconectada), cada año aprendíamos villancicos nuevos, algunos de ellos venidos de Ultramar, con acentos característicos que entonces, que apenas había en esta ciudad tan pequeña, gente de latinoamérica, nos daban mucha risa, y nos recordaban a los doblajes de algunas series de dibujos que veíamos (como los autos locos, por ejemplo). Como por ejemplo, el burrito sabanero, y alguno más, que oídos en los casettes aquellos, de quinta grabación, con la acústica que tenían y que la hermana experta en tecnologías había marcado para que nadie la liase y borrase la cinta, tenían ese puntito de ternura…
En fin.
A mí, que siempre me ha gustado el mamarracheo, cantar y hacer el tonto (mi Señora Madre siempre nos dice a mis hermanos y a mí que no somos normales…), pues en cuanto que suena una pandereta en un entorno de fiesta, pues ahí estamos… será la tradición, la música o las ganas de hacer el gamba, yo que sé… La época navideña me gusta, y los villancicos dan ese punto de alegría, aunque sean esos grabados del año de la polka con una coral de niños de voces blancas (se llaman así por no decir voces agudas que perforan el tímpano).
Os deseo que esta Navidad, pese a las mascarillas, la distancia (y no hablo de la que mantenemos en la misma habitación), la gente que nos falta y el ambiente este tan raro que vivimos, cantemos aunque sea en nuestra mente las canciones del verano pero con frío.