Lo de los influencers

Como Madre de dos Hijas que están entrando en la adolescencia (aunque también nos pasaba en la niñez), la verdad es que da miedito ir descubriendo el tipo de estímulos, ídolos y referentes que pueden llegar a tener.

No hablo de casa, que ahí es donde tenemos que intentar ser referentes, transmitir unos valores y demás que les sirvan en el futuro, y les hagan ser buenas personas, felices y leales a sí mismas.

No; hablo de las cosas externas, aquellas que a padres y madres se nos escapan del control, porque es imposible (e insano) monitorizar todo lo que ven, oyen y siguen nuestros hijos e hijas.

Lo que para nosotras (hablo en femenino, porque es lo que he vivido yo) eran los consejos o historias de la SuperPop, Vale o Bravo, ha pasado a ser el contenido multimedia de instagramers, tiktokers e influencers en general, con la inmediatez y falta de filtros que ello conlleva. Lo escrito es más fácil de revisar y ver su idoneidad, que algo que se hace en directo, esto es así. No digo ni bueno ni malo, pero sí menos controlable.

Que no digo yo que en nuestros tiempos fuera mejor, ni mucho menos… El estereotipo de mujer que se nos vendía en esas revistas y que todas las muchachas de la época replicábamos, aunque fuese en parte, era el de la chica heterosexual (of course), tímida, sumisa y femenina “como Dios manda”; porque si alguna revista (como Loka) dejaba entrever, aunque fuese de lejos, otras orientaciones, ahí estaban las asociaciones católicas montando el pollo.

Un par de ejemplos:

“Haz que siempre sea él el que tenga las ideas geniales (aunque te repita algo que tú le hayas sugerido dos días antes). Las frases tipo ‘¡Pero eso ya lo había dicho yo!’ o ‘¡Tú cállate y déjame hacer a mí!’ le darán ganas de estrangularteEn cambio, decirle algo así como ‘No sé qué haría sin ti’ o ‘Nunca se me habría ocurrido’ le harán totalmente feliz”.

“A los chicos no les gustan las chicas que montan escenitas. Les molan las chicas más bien tímidas, que sepan defender sus objetivos pero no aquellas que siempre se están quejando por todo y que les van las discusiones”.

De acuerdo, entonces no estaba ni por el forro tan trabajado el feminismo y nos metían estos roles en todos los contenidos y espacios que había, pero… ¿cómo iban a cambiar las cosas si esto era lo “normal”, y a todas las chicas sin experiencia en pareja, amoríos y con las hormonas revolucionadas se nos decía que para triunfar con el chico que te gusta había que ser así? Era el negocio perfecto, la pescadilla que se muerde la cola.

Pues eso, en el caso de nuestros hijos son los contenidos, sobre todo de TikTok, YouTube e Instagram (y últimamente también Twitch) los que siguen para informarse (en la mayoría de los casos incorrectamente) de las cosas que no se atreven a preguntarnos a los padres o madres, por la razón que sea (pudor, falta de confianza, vergüenza, sensación de culpa…). Lo mismo que hacíamos nosotras con los consultorios de las revistas de la época, o los chicos con el porno y demás… era nuestra forma de informarnos.

Entre estos influencers están los que provocaron la polémica hace unos meses, con el tema de los impuestos, yéndose a Andorra con sus grandes fortunas, para pagar menos impuestos; impuestos que luego repercuten en el bien común (sanidad, educación, infraestructuras…) que por lo visto ellos no utilizan ni necesitan, porque son youtubers, y por lo visto te da algún tipo de super-poder (además de la soberbia, la avaricia y la estupidez en general). Ahí pudimos ver que también hay chavales jóvenes dedicados a esos menesteres con dos dedos de frente, como fue el caso de Ibai Llanos, que dejó claro que sabe de dónde viene, se preocupa de su gente y tiene principios.

En los últimos días ha salido a la palestra un tiktoker, youtuber o lo que sea (Naim Darrechi). Este es un chaval de 19 años, que cada vez que abre la boca, pues chico, sube el pan. Tiene casi 27 millones de seguidores (ahí es ná), y empezó canturreando y haciendo bailes de esos chorrones; el tema es que tuvo éxito, montó su grupete de tiktokers y todo guay, famoseo y tal. La cosa se le empezó a ir de madre cuando fue acusado por su exnovia por violación y malos tratos psicológicos, cosa que él negó porque “estuvieron felizmente 9 meses, y no rompieron por esto”; eso sí, reconoció que vale “tiró su móvil contra el suelo”, y le dio un par de empujones, “como todas las parejas” (¿cómo?), pero nunca le puso una mano encima (le empujó con el poder de su privilegiada mente, por lo visto); todo contado con media sonrisa que dan ganas de borrar de una bofetada (y eso que no soy yo de bofetadas). También fue detenido por desobediencia y resistencia a la autoridad (creo que no precisamente por alguna protesta social).

En cuanto a lo de hablar, pues por un lado está su posicionamiento totalmente opuesto al aborto, ni siquiera en caso de violación, porque “¿qué culpa tiene el bebé?”. Cosa que ya flipas con su última aparición estelar.

Otro YouTuber (Mostopapi) le hizo una entrevista en su canal, en la que este tiparraco declaró entre risas suyas, y del entrevistador cosicas que… bueno.

Por un lado, que con el preservativo le cuesta mucho llegar, porque no siente igual, entonces que como vio que ha tenido muchas relaciones y nunca ha pasado nada (es decir, ninguna muchacha le ha ido a decir que le ha hecho un bombo), decidió que iba a eyacular siempre dentro, sin condón; y sin avisar, que total…

Es decir, este personaje se quitaba el preservativo sin avisar a la chica en cuestión, y si luego ella le decía algo, pues le decía que estaba operado para no tener hijos; o sea, que encima les miente.

Y para rematar, se plantea que igual tiene un problema de esterilidad, porque nunca ha pasado nada. Lo de las ITS y ETS lo dejamos si eso para otro día, tontolaba.

Así que, como pasa con estas cosas, ha trascencido, ha salido en un montón de medios de comunicación, y ha habido denuncias desde el Gobierno Balear (lugar de residencia del tiparraco) y desde el Ministerio de Igualdad por abuso sexual y agresión. Como información, en otras ocasiones ha habido sentencias favorables a denunciantes por quitarse el preservativo sin consentimiento, y eyacular dentro, así que igual hasta va para adelante.

El “pobre” tiktoker se ha disculpado, pero sin entender todavía que el problema no son las declaraciones, sino su conducta en la cama (y fuera de ella) con las mujeres; que el delito no son las declaraciones, sino el abuso sexual del que alardea en la entrevista. Y luego, en un alarde de autocrítica importante…echa la culpa al Gobierno, y exige un Comité de influencers para que regulen los contenidos que se suben, y aún trata de explicar que lo suyo era una “llamada de atención”. Una torta a tiempo es lo que necesitas, guapito.

No sé en qué quedará todo esto, pero sí esta claro que para los nuevos usuarios de redes sociales (nuestros hijos e hijas) es necesaria una buena educación y guía para poder interpretar las cosas y verlas en la dimensión que son.

A Aita y a mi es un tema que nos preocupa mucho, y tratamos de hablar con las txikis cuando surge el tema.

Por un lado, tratamos de que vean contenidos acordes a su edad y a su madurez, pero evidentemente, hay cosas que, como he dicho antes, se escapan del control; en estos casos, intentamos crear el clima de confianza para que pregunten, hablen y nos cuestionen las cosas, y poder explicarles también desde nuestro punto de vista.

Aunque, evidentemente, seguimos educándoles, la mayor parte del trabajo está hecha en la niñez, y es ahora cuando empiezan a enfrentarse (de nuestra mano, casi siempre) con el mundo más real y más adulto. Y es cuando esos valores que (repito) seguimos tratando de inculcar, tienen que empezar a asomar por sí mismos, sobre todo porque se enfrentan a muchas más cosas sin nosotros.

Seguiremos confiando (aunque cuesta).

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