#irresponsables

De verdad, que estoy flipando.

Hoy día 26 de abril de 2020, han dado permiso por fin para que los niños salgan a la calle. Todo esto después de un resbalón enorme por parte del Gobierno, tras, primero, permitir salir a los niños de casa para ir al supermercado y a la farmacia acompañando a los mayores, para después rectificar y permitir que salgan a la calle a pasear, estirar las piernas y que les de el aire y el sol.

Bien. Que el Gobierno metió la pata hasta la ingle, está claro. Todas las personas con dos dedos de frente veíamos que no tenía ninguna lógica, que estábamos todos haciendo el esfuerzo del confinamiento para evitar los contagios, conteniendo a los niños (que según nos habían dicho podían ser portadores asintomáticos), y nos estaban proponiendo llevar a los niños encerrados durante 45 días, a otro sitio cerrado, con millones de cosas para tocar y millones de posibilidades de traer el “regalito” a casa. Asesores, suspenso.

Bueno, rectifican, y nos dan normas claras y sencillas, apelando a la responsabilidad de los progenitores. Las normas son tan sencillas como: un adulto con hasta tres niños (máximo, 14 años); una hora de salida, una vez al día, entre las 9.00 y las 21.00h; máximo, un kilómetro de distancia; pueden llevar juguetes, pero no jugar con otros niños, mantener el distanciamiento social (2m); y luego las recomendaciones de higiene, lavado de manos, mascarilla en caso de no poder mantener la distancia de dos metros…

Pues nada… En cuanto empezaron a dar las posibles normas, ya empezó la gente, medio en broma, medio en serio a ver las posibles “trampas”: ¿cómo van a controlar si salgo dos veces? ¿y si tenemos dos hijos y salimos uno con cada uno? ¿cómo van a saber si nos hemos ido un kilómetro o más? Qué pereza, de verdad…

¿Y cuál es el resultado? Pues lo esperado: que un gran número de aquellos padres y madres indignados por aquella idea (mala, estamos de acuerdo) del Gobierno de llevar a los niños a los supermercados, hoy han salido con sus hijos e hijas, algunos en familia, sin respetar aquello de un adulto, pasándose por el arco del triunfo lo del distanciamiento social, y dándole al cotorreo mientras sus hijos se intercambian los virus con los hijos del vecino, que fíjate tú, que hablamos con él todos los días de una ventana a otra, pero hay que comentar la ida de olla que tuvieron de mandar a los niños al supermercado, pues se iban a quedar en casa… Y así nos va.

Joder, que creo que no era tan difícil de entender…

Nosotros hemos decidido que salía yo con Hija1 e Hija2, y ellas tenían clarísimo lo de saludar de lejos y no ponerse a jugar con las amigas que hemos visto. Pero que han sacado la conclusión ellas solas, que no he tenido que concienciarlas, ¡que ya estaban! Y por la tarde me pongo a dar una vuelta por las redes sociales, y ¡venga fotos de corrillos de padres y madres! ¡venga fotos de niños echando un partido! “no, verá señor agente, son todos míos… octillizos”.

Una vergüenza es lo que me ha parecido. Pues nada, ahora, como he leído por Twitter, lo que deberían hacer es enseñar mañana en la rueda de prensa todas las imágenes que están rulando por redes, y ale, cada cual a su p… casa. Y así hasta diciembre.

Que sí, que estamos todos hasta el moño de estar todo el día en casa, que las tareas escolares, el teletrabajo, el trabajar fuera (y sobre todo en el caso de sanitarios), y demás es un agobio, pero está visto que el confinamiento ha permitido parar, o por lo menos reducir, los contagios. ¡Pues no hagamos el cafre! Que ganas de salir tenemos todos.

A ver si, por favor, nos ponemos las pilas, que es una cuestión de tiempo. Que ganas de achuchar y disfrutar de los nuestros, en persona, tenemos todos, pero hay que hacer las cosas bien.