Hoy es uno de esos días difíciles. Y es que a esto de la cuarentena, confinamiento o estado de alarma (elija su propia opción), le sumamos que hoy es de los primeros días un poco señalados “sin…”.
Como ya conté en mi primer post, hace algo más de mes y medio que mi padre nos dejó; fue realmente muy duro, sobre todo por lo repentino, y nos dejó a todos para el arrastre. Y a día de hoy sigo sin poder “seguir con mi vida” de una manera bien.
No es que fuésemos de celebrar por todo lo alto el día del padre; sobre todo una vez pasados aquellos trabajos manuales del cole, en el que se regalaban cosas tan útiles como un cerillero (¿?), una corbata de papel o una tarjeta dedicada (😉). Recuerdo cómo, cuando éramos pequeños, esperaba en la cama pacientemente (que, a decir verdad, la paciencia no es que fuese una de sus virtudes) a que nos organizásemos con el desayuno y las obras de arte, para llevárselo todo y que desayunase en la cama, que para eso era su día.
No lo celebrábamos mucho, pero siempre estaba el mensaje o la llamada con el “zorionak aita” y su respuesta de “si en vez de hijos hubiese tenido cutos, ¡menuda granja tendría ahora!”. Era su manera de decirnos gracias, esto era así.
Son tantísimos los buenos recuerdos que tengo de él… que de ellos me nutro cuando estoy con el bajón. Y en el “qué me diría él”, porque consejos no daba muchos, pero eran certeros… Si supiese lo que me estoy acordando de él con la cuarentena y lo mal que lo llevaría; o con el discurso del rey y la cacerolada pertinente; o lo que pensaría (pero no diría) con dos hijas sanitarias…
Y hoy me falta. Y es una mierda. Y lo echo muchísimo de menos.
Muchas personas que han estado ahí desde que pasó, sobre todo si han sufrido una pérdida parecida (porque se sufre, sí, no es que se tenga), me han hablado de lo duro que es el primer año, ya que son las primeras veces de todo “sin”. Y viendo cómo lo llevo, sin ser uno de los días más especiales, va a ser duro, sí. Aunque tengo claro que saldremos de esta.
Así que nada, aprovechad a los que tenéis al lado, y decidles siempre cuánto los queréis, aunque suene “moñas” como decía el kalamar.
Y allí donde estés, zorionak aita!
Pues si que es duro el primer día “sin” y los que vendrán, esas pequeñas cosas como dices, que ahora cobran más importancia si cabe. Desde allí donde esté seguro que nos dice Aurrera!!!! Que vosotros podéis.
¡¡Claro que vamos a poder!! Y todos juntos, aunque cueste, p’alante