Ese café de media mañana

¿Vas a echar algo en falta cuando acabe todo esto del coronavirus? Pregunta real de Hija1 e Hija2.

Pues hay una cosa que sí. Y es ese café de media mañana que nos tomamos mi chico y yo los días que tengo fiesta o estoy de tardes.

Desde que empezó esto del coronavirus (hace casi un año ya), a mi chico lo mandaron a trabajar a casa cuando dio comienzo la cuarentena y cerraron todo a cal y canto. Y desde entonces está teletrabajando.

Somos de los pocos que, por el tipo de trabajo que tenemos, no hemos tenido ni paro (yo, algún rato solo), ni hemos sufrido un ERTE. Nos consideramos privilegiados, la verdad. Pero el teletrabajo también tiene sus pegas.

Sí que es cierto que yo lo tengo mejor, porque aunque tengo trabajo a turnos (que eso sí que es un poco complicado para organizarse familiarmente), salgo de casa y me relaciono con otra gente.

Mi chico no. Se levanta, desayuna, se ducha, y se sienta a trabajar. Si tiene suerte, yo trabajo de mañana y tiene que salir a llevar a las txikis a casa, pero si no, quieto en casa. La relación con sus compañeros de trabajo se limita a alguna tele-reunión, y a los correos o llamadas por teléfono.

Y la gran pega que yo le veo es que no distingue entre el lugar de trabajo y el lugar de ocio, o su casa. Por ello hemos diferenciado el lugar, hemos montado una mesa nueva y es su mesa de oficina. El resto del día, en el resto de la casa.

Por supuesto que tiene ventajas. Cuando alguna hija cae enferma o le ponen de cuarentena no me tengo que preocupar de apañar turnos ni de tener que recurrir a los abuelos o a Amatxi, que no está la cosa para andar de visitas…

Pero con todo esto, hay un momento que echaré en falta cuando todo esto vuelva a la normalidad, y mi chico vuelva a su rutina oficinista, y es, como decía antes, ese café de media mañana,

Esos días llevo yo a las txikis a la ikastola, él se pone a trabajar pronto, y yo me dedico a los recados, labores de casa o lo que sea. Sobre las 11 o las 11.30 le toca el descanso. ¿Voy haciendo café? Venga, dale.

Y es nuestro ratico. Un café, a veces con pecado, en que tenemos un rato solo para nosotros. Para hablar, para reír… Como cuando solo éramos nosotros y teníamos tiempo para tomar un café y hablar (¡qué tiempos!¡qué jóvenes éramos!). Que a ver, que no cambio el ser madre por nada; y que Hija1 e Hija2 son lo mejor que me ha pasado. Pero un rato de olvidarnos de que somos padres, y dedicarnos solo a nosotros, no va nada mal…

Y es como cuando éramos novietes y quedabas, y la conversación no decaía. Y no hablamos solo de las txikis (que ocupan gran parte de la conversación); hablamos de lo que pasa, de lo que no, de mira lo que me ha pasado, no sé, no es que nos estemos redescubriendo, pero sí los raticos a solas…

Así que nada, cuando esto vuelva a la normalidad (nueva, requetenueva o alternativa, yo qué sé), tendremos que quedar a echar un café…

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