Esta última semana nos han bombardeado en todos los medios de comunicación, con una práctica que, amparada en que “es una tradición”, se lleva a la práctica entre dos colegios mayores adscritos a la Universidad Complutense de Madrid.
Se trata de dos colegios mayores, regidos por órdenes religiosas, uno masculino, otro femenino, en los que la tradición dice que hay que asomarse a la ventana de manera coordinada con el resto de los colegiales, y gritar a las colegialas de enfrente todo lo que se te ocurra, siempre que sea machista, vejatorio y te haga parecer un gorila en celo.
En este caso, mediante una coreografía perfectamente organizada, los gritos vinieron a ser: ¡Putas! ¡Salid de vuestras madrigueras como conejas! ¡Sois unas putas ninfómanas! ¡Os prometo que vais a follar todas en la capea! Vamos Ahuja (nombre de tan insigne colegio mayor), y a partir de ahí se levantan las persianas de todas las habitaciones y los machirulos orangutanes comienzan a rugir.
Las chicas del colegio de enfrente, a quienes van dirigidos estos gritos, responden, pero esto no ha trascendido tanto.
Tan preocupante resulta el hecho de que un tío de 18 a 23 años (más o menos lo que dura la vida univesitaria, a veces más), se asome a la ventana a decir burradas y todos le aplaudan, como que las tías de 18 a 23 años de enfrente decidan justificarles ante los medios de comunicación; de hecho me parece hasta más grave.
Se está justificando el insulto, el que todas van a follar, no sé si quieran o no, ahí no me voy a meter, pero miedito dan, un rato. Y no se sienten ofendidas, porque chica, que va de broma…
Desde los colegios mayores implicados se han publicado sendos comunicados condenando los hechos; eso sí, sobre todo en el caso del masculino, después de que dijesen que era la primera vez que pasaba, y una vez se empezaron a ver imágenes de otros años, ya, si eso, recularon, y expulsaron a los supuestos cabecillas. En esos entornos tan elitistas (estamos hablando de unos 1200€ al mes, más matrícula y otros gastos) me concedo el beneficio de la duda, de si realmente han expulsado al cabecilla o al cabeza de turco…
Hay quien los justifica: “es que son chavales”; bueno, esos “chavales” ya tienen pelo en los huevillos… y qué quieres que te diga, Hija1 e Hija2 saben distinguir a sus 14 y 12 años lo que está bien de lo que está mal. ¿Un tipo de 18-23 años, repito, no? ¿no le han dicho en casa que llamar putas a las chicas de enfrente está mal? ¿o es que han hecho siempre los que les ha salido de los cojones sin tener ningún tipo de consecuencia? Yo intuyo la respuesta, pero dejo ahí la reflexión.
“Es que es una tradición”, ya claro… Y tirar una cabra del campanario, y ensaetar a un toro hasta la muerte, y lapidar a las mujeres que eran infieles… Tradiciones, que por suerte se han ido desenraizando… Y esto, tradición tradición… Yo, personalmente, a dar voces por la ventana no lo llamaría “tradición”; lo llamaría, no sé, “tonto a las tres”.
Otra de las cosas que me preocupa, y mucho, es que esta gente, tanto ellos como ellas son el futuro de la “élite” de este país: banqueros, jueces, abogados, médicos, empresarios, políticos… porque sí, este tipo de puestos se van retroalimentando con sus semejantes: los que manejan la pasta. Y van a ser los que decidan si llamar “puta” a la vecina cada vez que se la cruza el acusado es acoso o una simple chiquillada; van a decidir las políticas de igualdad, maternidad; van a legislar sobre temas delicados; van a decidir si despiden a una empleada por ser una “coneja” que no hace más que tener hijos… y este tipo de cosillas. Cosillas que nos afectan a todos, y sobre todo a todAs.
Y ellas, como abnegadas esposas, justificarán todo esto con “es que son más graciosos… ¡si era todo broma!”.
Afortunadamente, han salido otros colegios mayores, replicando la performance de los Ahujanianos, pero condenando su mensaje:
Aún hay esperanza.