El Homo Recolector

Dícese de ese ser con forma humanoide, que se dedica a recolectar, recoger, cazar, pescar o catar todo lo que se le pone a su alcance con aspecto comestible, y más si es gratis.

Se les reconoce, según el hábitat en el que se encuentre, por su indumentaria, y por los complementos que lleva. Con la edad suelen evolucionar, y hay distintas clases.

Normalmente son de temporada: temporada de setas, de cerezas, de patxaranes, de moras…

Veremos distintos tipos:

El de los patxaranes. Mendizale de toda la vida, de los de botas de cuero negras con la parte del tobillo rojo. Sí, esas que utilizabas de niño si ibas al monte, y que iban pasando de hermano en hermano como si de un legado se tratase, provocando las mismas rozaduras y ampollas en los tiernos pinreles.

Suele ser más casual que otros (aunque los hay que van expresamente a por patxaranes). En ocasiones acompañados de los de las moras, ya que suelen haber de los dos tipos de arbusto.

La recolecta normalmente se lleva en bolsas de plástico, de BM, del eroski o blancas de la compra de toda la vida. Ahora con la reducción del plástico, en bolsas de tela de las plegables, que caben en cualquier sitio. Se proveen de endrinas para el patxarán de todo el año (colocándolas en anís, y luego con la receta personal de cada uno, que esto es como las paellas, cada uno lo hace a su manera); con las moras, o bien se comen en el momento, o se utilizan para hacer, por ejemplo, mermeladas (muchas moras has de coger para tener una producción decente para el año, pero bueno…).

El setero. Otro que también ha sido mendizale toda la vida, que se aficionó cuando iba con su padre a por setas. Sabe y conoce todo tipo de setas: las buenas, las malas, las dudosas y las que parecen buenas pero son malas. Conoce también setales cuya ubicación no compartirá ni en caso de tortura; es un secreto que ni a sus mejores amigos. Se cuentan historias de baserritarras que, en el lecho de muerte, hizo entrar a sus hijos a la habitación de uno en uno para darles en herencia la localización de un setal a cada uno. Y cuando el río suena…

Su atuendo típico suele ser con botas como el de los patxaranes, camisa de cuadros y txapela.

Los buenos, los que salen realmente a por setas (no el que se las encuentra), las recoge en una cesta de mimbre, y con navaja.

El de los frutos secos. Así en general. Pueden ser castañas, almendras o nueces (son los más comunes).

Este suele ser el rito iniciático de los más pequeños, porque ¿qué hay más interesante que moler a palazos el zurrón de las castañas? Así es como se les empieza a motivar, asando luego las castañas… Se les demuestra que el trabajo tiene su recompensa.

Aquí, importante: Ojito como cojas del nogal del pueblo, que te corren a pedradas hasta la muga del pueblo. Hay que tener cuidado (en esto y en el resto) con los cotos y demás.

El cazador. Ojo, que este va armado. La afición suele venir del pueblo, que ya de chavales iban a cazar algún animalico, aunque muchas veces furtivamente. Ahora con licencia, perro y, en muchas ocasiones, la ropa de camuflaje.

Al manejar armas, se les presupone cierto equilibrio mental, aunque no siempre se da, que hay alguno suelto…

Los buenos buenos, son capaces de seguir el rastro de un jabalí desde varios kilómetros de distancia.

Y cazar, muchas veces no sé si cazarán; pero que se meten unos almuerzos entre pecho y espalda de no te menees, esto es así. Para compensar el madrugón, supongo.

El pescador. Este grupo de Homo Recolector se divide en dos subespecies: el de mar y el de río, aunque hay veces que se cruzan.

Al de mar se le puede ver en los espolones de zonas marítimas, con varias cañas apuntando al mar, y un cubo con las capturas del día. A veces una cesta. Suele entablar conversación con los paseantes de playa que llegan al rompeolas sobre el estado de la mar, el tipo de pesca, número de anzuelo o cebo que pone. Aunque no le preguntes. Aunque no te interese. Mudicos, no son, la verdad.

Al de río se le distingue por el continuo gesto tenso. No se le puede hablar; no se le puede tocar; no se le puede mirar. ¿Por qué? ¡Porque le espantas los peces! Como si tuviésemos una voz cuyas vibraciones se transportasen por el agua para decirle al pez “oye, que ahí hay un humano que te quiere de cena”. No sé… que igual soy una ignorante del tema (probablemente) y no tengo ni idea; pero suena raro. Se les encuentra en las orillas de los ríos, camuflados y mimetizados con el entorno para que el pez no les vea (¿?), sentados en una mini banqueta y mirando fijamente al sedal.

También los hay con botas hasta el sobaco, metidos en el río y moviendo el sedal sobre el agua, Nunca he entendido bien esta técnica de pesca, pero cuando hay tantos que la usan, será que funciona…

El de ciudad. Con esto me refiero al medio en que recolecta, ya que casi todos los grupos anteriores y venideros son individuos procedentes del medio urbano; quizá en su origen eran de pueblo, pero migraron a la urbe por trabajo o cosas, así, en general.

El Homo Recolector de ciudad conoce cada parque, cada jardín y cada paseo de la ciudad, así como las especies vegetales que contienen. Suele ser andador habitual, pero no de mallas, sino de pantalón de pana, de vestir o vaquero así, bien subidico, no sea que entre fresco al riñón. Suelen ser de edad un tanto avanzada.

Llevan en ocasiones un bastón o vara, útil para mantener el equilibrio o para acercar las ramas más altas, y la bolsa como la del del patxaran.

¿Que qué se puede recolectar? Pues según zonas, yo he visto cerezas, higos, moras, patxaranes, peras, manzanas… ahora, también te digo: tan cerca de carreteras y tal, no sé yo la calidad o el sabor, la verdad sea dicha…

El de las grandes superficies. Este sujeto acude cada sábado, religiosamente, como si de una cita se tratase, a una gran superficie donde suele haber (o por lo menos los había antes del COVID), puestos donde se pueden probar distintos productos, a modo de promoción y con amables personas que te indican cuál tienes que comprar.

Aquí hay de todo: jamón, foie, chocolate, yogures, patatas, leche, croquetas, helado, empanadas… Vamos, que bien planificado, te vas a casa comido, con primero, segundo y postre.

Estos individuos suelen regirse por el principio de: “de lo que no cuesta nada, buena sartenada” o “si es gratis, como si son piedras rebozadas, ponme tres”. Vale, el último me lo he inventado y no rima, pero el fondo se entiende ¿no?

A decir verdad, es difícil encontrar un Homo Recolector de especie pura, es decir, es raro el caso en que solo pertenece a un único grupo.

Y por último aunque no sean alimentos, están los que recogen cosas: piedras, palos para hacer manualidades, fósiles, flores…

Pues nada en caso de hecatombe, algunos sabrán/sabremos sobrevivir (reconozco que alguna vez he pertenecido a alguna subespecie). La cosa es hacerlo con cabeza, no recoger (por supuesto) lo que no sea legal, y respetar el medio.

¡Que os cunda!

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