Por rebajar un poco la intensidad de mis últimos posts, he decidido publicar este texto, que escribí el día que me presenté a la oposición de celadores. Hay gente que ya lo conoce, para el resto, ¡que os guste!
La OPE de celadores.
Como una mañana cualquiera en que vas a opositar, con esas mariposas en el estómago que te anticipan un día inolvidable, me levanto, desayuno, me ducho, me peino (porque he ido a la peluquería y hay que lucirlo)… y se me escaba el autobús (primer bien); así que cojo el coche para ir a la universidad, donde se realizará el examen.
Con este gran comienzo, cojo un primer atasco (segundo bien), se aligera un poco y cojo otro ya entrando a la universidad (tercer bien). Más vale que he salido de casa a las 9.10 y el examen es a las 10.00… El recorrido, normalmente me cuesta 7 minutos.
En fin, tras memorizar unas cuantas palabrotas que me vienen a la mente, consigo aparcar y llego al aula con tiempo. Deciden que vayamos entrando de uno en uno cotejando el DNI con la cara que llevamos puesta, y en un listado en la puerta; y otra comprobación (no sea que en dos pasos hayas cambiado de cara) en la primera mesa, nada más entrar, todo muy ágil. Acto seguido me dicen dónde me tengo que sentar, en una esquina, con una chica al lado que parece maja; nada presagiaba que íbamos a pasar tanto tiempo juntas, que acabaríamos siendo casi íntimas…
Son las 10.20 y ya estamos todos sentados, peeeeroooo somos el aula de cierre (¿me lo expliquen?) y hasta que no estén todas las aulas cerradas, no cierran la nuestra (¿cuántos bien llevo?). Aquí es donde empezamos a conocernos mi nueva amiga y yo.
A las 10.50 van a comenzar a repartir (¡por fin!) el examen, y de repente una persona (no la identifico desde mi posición) levanta la mano; necesita ir al baño por una urgencia (no profundiza en el tipo de urgencia), a lo que casi 10 personas más levantan la mano porque quieren ir también al baño… (¿En serio? A ver, por Dios, a una OPE se viene de casa meao y cagao; y como decía el gran Parada, ¡¡foll… y desfogao!!). Tengamos en cuenta que para ir al baño en el examen (o empezando el examen) tiene que acompañarte alguien para vigilar que no haya cosas raras, mientras otras personas se quedan vigilando el aula… ¡no hay tanta gente!
Bueno… Da comienzo el examen a las 11.08.
Cuando queda media hora, la tribunal nos avisa: “¡quedan treinta minutos!” (¡SÍ, CHEF! Ay, no, que me estoy liando…).
Suena un móvil (muy normal todo) y por fin termina el tiempo del examen. Nos informa la amable tribunal, que tiene un aire a Jordi Cruz, de que no podemos abandonar el aula hasta que no hagan el recuento de exámenes. Y, ¿a que no adivináis? ¡¡No cuadra!!
A partir de ahí, te puedes imaginar… unas caras de regocijo, un ambientazo, la gente TAN comprensiva… Mi nueva amiga y yo reímos por no llorar, o por no agredir a alguien o algo…
Finalmente aparece el examen perdido, lo tenía alguien del aula, era anulado; desconozco si era la misma persona del baño, desde mi posición no la identifico…
Podéis salir en orden y silencio, nos dicen, y cual estampida de bisontes la gente abandona desordenadamente el aula.
Conclusiones o aprendizajes que saco de la experiencia:
- Qué bonito el mundo de la oposición.
- Majetona, para la siguiente te estudias seriamente la parte de leyes.
- No tengo ni idea de cómo me ha salido.
- A una oposición hay que venir meao y cagao de casa.
- Se me ha olvidado pedirle el teléfono a mi nueva amiga para quedar a echar un café, o lo que surja.
Adquiriendo experiencia para la siguiente OPE. AUPA LA OPOSITORA!!!!!!!😉😉😉