He de decir que no es que seamos los que más cultura “consumimos” en el mundo, pero sí que es una de nuestras opciones de ocio.
Acostumbramos a mirar la agenda de ocio de nuestra ciudad/comunidad, tanto para ir los mayores solos (sí, esos momentos en que te relacionas SOLO con gente adulta, qué descolocadores son), como para ir con las txikis.
La verdad es que desde bien pequeñas hemos tratado de que respeten la cultura, y les agrade y la mimen; hemos ido con ellas a museos, a conciertos, a teatros, al cine, a exposiciones… y la verdad es que creo que hemos conseguido que lo disfruten y sea para ellas una opción de ocio de las que más les gustan.
Con toda esta maravilla que llevamos de año, y con esto del COVID, es cierto que durante el confinamiento más brutal hicimos uso de la cultura como nunca. Vimos conciertos a través de redes sociales, visitamos museos a través de internet, leímos un montón de libros que teníamos por ahí aparcados, ojeamos revistas que se ofrecieron gratuitamente en sus páginas web, hicimos uso de plataformas para ver cine, series, escuchar música y bailarla… Y realmente fue de agradecer que tantos artistas y creadores tuviesen la generosidad suficiente como para no cobrar por su trabajo y hacer más entretenidas, productivas e incluso pedagógicas la cantidad de horas que tenía el día.
Y sí, digo cobrar por su trabajo. A mi, dedicarme al arte y la cultura (me da igual música, danza, literatura, pintura, dramatización…) me ha provocado siempre una gran admiración; a parte de dedicarte a algo que te llena (que creo que debería ser el fin de todos y cada uno de nosotros, yo tengo la suerte de hacerlo), yo no sería capaz de vivir con esa sensación de incertidumbre, de si voy a comer el mes que viene. Porque, lo mismo estás en la cresta de la ola que te hundes en la sima más profunda. Yo necesito estabilidad (que no es algo que te prometa el mercado laboral actual, tampoco, pero bueno…). Por ello, admiro la capacidad de los artistas de poner su talento por delante de todo y dedicarse y trabajar para sacarlo adelante y poder vivir de ello (porque otra cosa no, pero trabajo detrás… ¡a toneladas!).
Por todo esto, aunque reconozco la etapa pirata de contenidos culturales (no había dinero, y la música y el cine nos gustan, algo había que hacer), ahora que podemos, pagamos por la cultura y por el arte, porque creemos que así debe ser.
Y también por ello, tratamos de “consumir” cultura en vivo, que también hay que decir, la disfrutamos más.
(Por aclarar, entrecomillo el “consumir”, porque no sabía muy bien cómo expresarlo; para mí, cuando consumes, haces uso de un bien, normalmente material, que termina por agotarse; creo que con el arte y la cultura no ocurre esto, porque, en su mayoría no es un bien material, y despierta sensaciones y emociones que perduran. Pedradas que tiene una).
Y, tras todo el cierre, apertura y medidas, hemos decidido volver a los teatros, cines y salas de concierto. De momento nos ha faltado algún concierto,
Al cine hemos ido con las txikis, y también en modo pareja; hemos estado en el teatro, en alguna exposición… y he de decir, bien clarito que LA CULTURA ES SEGURA. En todo momento gente informando, dejando claras las medidas, y el sitio donde nos teníamos que colocar; personal recordando a la gente la importancia y obligatoriedad de ponerse bien las mascarillas y mantener las distancias. Vamos, que todo bien.
Quiero animaros a continuar disfrutando del arte y de la cultura; no solo por las caras visibles como cantantes, actores y actrices (que también), sino por toda esa gente que está detrás: técnicos de luces, de sonido, maquilladores, sastres, acomodadores, músicos, productores… no sé, toda esa gente que no se ve, pero que permite que el espectáculo continúe, y que sin ellas no sería posible; como todos los demás, tienen familias, y tienen que trabajar. Si ellos ponen las medidas seguras, pongamos nosotros las ganas de disfrutar.
Y si, como la mayoría de los mortales, durante el confinamiento te has dado cuenta de la importancia que tiene la cultura en nuestra vida, con más razón.