Cosas que echaremos en falta esta Navidad

Que estas fiestas no van a ser como otros años, está ya más que claro. Pero bueno, hemos tenido ya casi un año entero para hacernos a la idea… Quien no lo ha asumido, tiempo ha tenido (si te has dado cuenta de que la frase no era así, tienes una edad).

Hay una serie de cosas a las que no nos queda otro remedio que renunciar, o que van a ser distintas a otros años. Haré una pequeña lista con las que se me ocurren…

Festivales de Navidad

Es esa celebración que algunos centros escolares o de actividades extraescolares realizan, en la que los niños y niñas, clase por clase, se suben al escenario a demostrar sus dotes artísticas, cantísticas y interpretatísticas para deleite y disfrute de progenitores… o no.

A ver… que no digo yo que los txikis más txikis están más que salaos, y son para comérselos… pero a partir de… qué te voy a decir ¿segundo de primaria? con tantos festivales a tu espalda de progenitor abnegado, pues como que sí, que vas porque al churumbel le hace ilusión, pero no es lo mismo… O sí, siempre es lo mismo, que eso es lo pesao:

Los más pequeños primero, que si no luego se alteran y si ya es complicado ponerles en las filas que llevan ensayando tres semanas, pues con altere ya ni te cuento… Aquí siempre está el despistadillo que se queda mirando a los ansiosos progenitores, el que llora, el que saluda todo el rato… ¡pero son tan majos! Aplausos. Van pasando las clases, hasta los mayores, con actuación estrella. En algunos centros la última actuación, la de los profes, a veces, por falta de ensayo o exceso de vergüenza, prescindible (bastante hacéis con los txikis, de verdad, tranquilos, habéis más que cumplido; ahora, que si os hace ilusión, p’alante). El profe “gracioso” de speaker, dándolo todo, calzando chistecillos y gracietas entre actuación y actuación, para que el show no decaiga. Padres y madres grabando (ahora con móviles, otra cosica era cuando era con videocámaras, que luego nunca se pasaba a VHS…); aquí identificas perfectamente dónde están sentados los padres y madres de cada aula, está bien para detectar a los padres y madres de tu clase. Y para finalizar, reparto de chuches o merendola, rifa navideña en favor de alguna causa solidaria, y pistoletazo de salida para las vacaciones.

He de añadir, que esos vídeos, cuando vamos creciendo, se convierten en un arma peligrosa… Ese vídeo tuyo de, por ejemplo, 2º de Primaria, vestida de angelico con algo improvisado en casa, que más bien pareces un merengue con lazo… Alguna hermana pequeña sabrá de qué hablo. O esa grabación del josconcio que te diste bajando de la grada para salir del escenario, y que queda ahí, para la posteridad, como la cicatriz de la brecha que te hiciste…

Maravilloso.

La comida/cena de empresa

Aquí, como en todo, hay categorías.

Están las comidas/cenas de empresa normalitas, que vas a cenar a un sitio, organizado por la organizadora de eventos que todo el mundo tiene como compañera de trabajo (en todos los sitios hay una persona, y si no la hay eres tú), con poteo, cubateo y bailoteo posterior, hasta que el cuerpo aguante. con cena y recena en lugares de dudosa calidad/higiene, pero bueno, como se dice en mi casa, lo que no mata, engorda, y lo que no, proteínas; yo que sé, dichos que se dicen.

Y luego están las super cenas de empresa. organizadas por la jefatura/gerencia empresarial, o una persona/comité delegado, en las que se reserva un salón, como en las bodas, menú cerrado, y si ese año la empresa ha ido regu, astillazo de los currelas para pagarla. Suele ir acompañada de discursos del jefe supremo sobre lo majos y esenciales que somos los trabajadores (lo recordaremos a su debido tiempo, por ejemplo el próximo ERE), y a veces incluso sorteo de regalos (de comerciales de otras empresas, y cosas así), que puede ir desde un móvil hasta un fin de semana en un balneario. Bailoteo posterior con orquesta o DJ, y barra libre durante un rato. Yo he conocido incluso servicio de autobús para que la gente no coja el coche cascailla.

En ambas hay cosas en común, que vienen, en su mayoría dadas por la cantidad de caldos de la tierra y bebidas espirituosas que corren por aquí y por allá, como por ejemplo, el pedo que se coge gente que no está acostumbrada a salir; descubrir que un compañero que te parecía gilipollas en realidad es muy majo, y otro que te parecía majo es un gilipollas; compañeros y compañeras que están liados y no lo sabías; sucesos cuernísticos inverosímiles; las dotes bailísticas de gente que te parecía un muermo; y la más importante de todas, la presencia de los jefes y jefas en el mismo local, pipándose del estado etílico de todo el personal. Y no puede faltar el que se coge el pedo de su vida, y la lía parda delante de ellos, para escarnio posterior de los compañeros y apuntes en rojo en el libro negro de gerencia, jefatura de planta…

Maravilloso.

Lotería de Navidad

O como también se conoce, el Día de la Salud; por aquello de que no toca ni una mísera pedrea, y todos tenemos claro que “por lo menos tenemos salud”.

Con la limitación de aforos, el salón de loterías no va a tener ese ambientillo, con los señoros y señoras disfrazados de vete tú a saber qué, que consiguen su minutito de gloria cuando la reportera de turno les entrevista (super profundamente) sobre qué hacen ahí, si van todos los años, si juegan algún número… vamos lo de todos los años… Los niños de San Ildefonso van a ver el salón a medias, pero bueno, es lo que hay.

Nos van a faltar (o no, porque estamos con el tonto subido) esas celebraciones en la puerta del Bar Manolo, de la gente con el boleto en una mano y la copa de champán calentorro en la otra, enseñando en el informativo del mediodía su boleto ganador al lado de su cara, para que no queden dudas de a quién dirigirte si quieres robarle, pedirle, o comprarle el boleto para blanquear dinero (que se lo digan a Carlos Fabra, que siemmmmmpre le tocaba).

La única ventaja de este año es que se supone que la gente irá con mascarilla, así que estará más complicado reconocer a la gente en la puerta de la administración Nº 37 que ha repartido taitantos mil euros con el segundo premio de la lotería de este año.

Maravilloso, también.

La kalejira de Olentzero y las Cabalgatas de los Reyes Magos

Aquí en mi tierra, el día 24 se hace la kalejira (desfile, en castellano) de Olentzero; la historia (resumida) de este señor es que era un carbonero, que (una vez el cristianismo adoptó su figura), bajaba del monte el día 24 para dar Buena Nueva, y dejar regalos para los niños.

Así, el día 24 (o días previos en centros escolares, y a veces en algunos barrios), se realiza la kalejira. En mi ciudad consiste en un desfile en el que hay dantzaris, fanfarres, txistularis, gaiteros, alguna alboka, coros cantando villancicos, txalaparta, zanpantzarrak, una carroza con el nacimiento, Olentzero (de cartón, el de verdad está ya manos a la obra con el reparto, no tiene tantos pajes como SSMM los Magos de Oriente), y luego una vasta muestra de la fauna autóctona, presente en los baserris y caseríos de la zona: bueyes tirando de carros (normalmente txapeldunak de arrastre de piedra de distintas ediciones), burros, ovejas, cabras, cerdos, ocas, caballos, gallinas… para deleite de los txikis. Se reparten castañas, a veces nueces…

Y el día 5, la típica cabalgata de reyes, con bien de caramelos desde las carrozas, colorido, música… Un desfile mucho más grande (y subvencionado), que cuenta con coros de villancicos, vienen los abanderados italianos, comparsas de moros y cristianos de la zona de Alicante, grupos de danza del vientre, de patinadores, los buzones reales, el emisario arengando a las masas para que llamen a Melchor, Gaspar y Baltasar, la fábrica de juguetes, los bomberos para ayudar a los Reyes Magos a llegar a las casas más altas con las escaleras (tienen una edad), los camiones con los paquetes envueltos en papel de regalo… Y las carrozas de los tres Reyes magos: el de la barba blanca (Melchor), favorito de muchos, por ser el primero; el de la barba marrón (Gaspar), el inadvertido, es como el hermano mediano, favorito de algunos pocos; y por último el negro (Baltasar), favorito de la mayoría, que hasta hace bien poco, en mi ciudad era teñido (por lo visto no había gente de raza negra que lo fuese a interpretar bien… en fin, cosas), por fortuna, gracias a la presión popular se consiguió que cuando Baltasar daba besos a los niños no los dejase manchados…

Ambas cabalgatas tienen cosas en común: la ilusión de los txikis, se puede ver en sus ojos, yo nunca creo que olvide la primera vez de Hija1 e Hija2 en las cabalgatas, las caricas, los ojicos…; el reparto de cosas, bien sean castañas, bien sean caramelos, que todo el mundo pelea por conseguir; las horas previas a que pasen, ese frío que se mete desde los pies, pero que hay que pasar para poder coger un sitio decente en primera fila, para ver bien y que caiga algún obsequio…; y por último, ese ser que es cruce entre el hommo recoletor y Joxemari el aprobetxategi, que es esa señora (normalmente son más ellas, no es machismo), entrada en años, que llega la última y trata de colarse hasta la primera fila, por delante de los niños, porque “la gente joven no tenéis respeto por nada”, “no soy alta, qué más te da” o “dos horas chupando frío no son tanto, en mis tiempos sí que había inviernos”, y no entiende que, aunque a los adultos también nos haga ilusión y gracia todo ello, en realidad está pensado PARA LOS NIÑOS, SEÑORA, y, sintiéndolo en el alma, no han estado las pobres criaturas aguantando quietas y con frío como campeonas, para que venga usted a quitarles el sitio; un par de improperios de la señora, que parecía débil y delicada, pero tiene la agilidad de una pantera y arrampla con todos los caramelos que van cayendo, y hasta luego MariCarmen.

Maravilloso.

Las sobremesas en las celebraciones familiares

Una vez superada la primera impresión, y vistos de qué temas no hay que hablar, para mantener la paz en el convento, todo fluye, se está a gusto, y entre los vinicos, los patxaranes y los cubatas, se acaba hablando de todo y de nada, y con los naipes encima de la mesa. Partidas de mus, de pinchazo, de brisca, chinchón…

Luego están los que sacan la guitarra y el karaoke, dando lugar a actuaciones dignas de la Super Bowl, como poco. Está el que toca la guitarra, que se sabe todas, el que canta decentemente, y el que se cree Raphael y parece una gallina con hipo… ¡un cuadro!

Y los acompañamientos, imprescindibles: el de la pandereta de plástico que le ha cogido a la niña, la zambomba que nadie sabe de dónde ha salido, el tío dándole con el anillo a la mesa (racatacatá), las palmas, los ¿pitos? (pregunta seria: ¿cómo se llama al ruido de rozar un dedo con otro, normalmente el anular con el pulgar de la misma mano?), la prima pequeña con esa voz aguda que se te mete hasta el cerebro, provocando algún cortocircuito y el aullido del perro del vecino, el clan clan en el vaso (que termina reventando), y la botella de anís con la cucharilla, que todo el mundo tiene, pero nadie bebe (yo creo que se compra para cantar villancicos y ya).

Y ahora la gente ya no fuma en interiores, pero tengo yo un recuerdo de los Farias que se fumaba mi padre en compañía de sus hermanos mientras los chiquillos correteábamos por allá…

Maravilloso.

La nochevieja

Va a ser distinta también… Creo que nos va a dar mucha cosica ver la Puerta del Sol, porque yo me supongo que habrá control de aforo, y el jaleo que se monta para las campanadas, pues este año no podrá ser…

Los cotillones, también, con aforos, toque de queda… creo que estará complicadete.

Y aquí en mi tierra (que somos especialicos de narices), una celebración que es muy divertida, pues nos quedaremos sin nada… Aquí en nochevieja las cuadrillas se disfrazan. Cenas con la familia, uvas y tal, y se queda con la cuadrilla.

Es como carnaval en otros sitios; pues aquí lo hacemos en nochevieja. Hay disfraces supercurrados, que se elaboran durante un mes (tampoco más, no nos vengamos arriba), y otros que la tarde del 30 y la mañana del 31. Temática variada, y a disfrutar.

He visto de todo: desde disfraces comprados de lo que sea, al que improvisa y su consigue una bata un gorro y una mascarilla de algún familiar que trabaja en el hospital y va de cirujano. Una vez vi a unos que se curraron un superdisfraz de los Caballeros del Zodiaco con cartón; Wallys, suele haber muchos; jugadores de rugby; piratas; vaqueros…

Y como encima la parranda empieza tarde, el desayuno no lo perdona nadie…

El regreso a casa suele ser como Walking Dead, pero con accesorios de disfraz: el mimo, el vampiro y el arlequín con toda la pintura corrida, ojos rojos de estar en los bares (u otras cosas… que yo no sé…), un hacha de vikingo con un disfraz de caperucita, y los restos de la intoxicación etílica de hace tres horas. Paseíto hasta casa para despejar, y en la comida de Año Nuevo, sobrevivir con el consomé de la abuela.

En este año tan complicado que vamos a cerrar, todas estas cosas van a ser distintas, o no van a ser… una lástima en la mayoría de ellas.

La verdad es que tengo ganas de cerrar este año, si se me permite, de mierda, y empezar con nuevos ánimos y nuevas esperanzas el que viene; que podamos volver a nuestras celebraciones ruidosas y con exceso de gente, a los abrazos y besuqueos, a la pelea por el caramelo de la caja rural o a protestar por no poder pedirte una copa en los bares a reventar. De verdad que me apetece, y espero que estemos en camino.

Mientras tanto, como dice el Gaitero, ¡que le den al 2020!

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2 comentarios de “Cosas que echaremos en falta esta Navidad”

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