Cosas oídas durante el 8M

(O días después, que también vale).

Un año más (y van unos cuantos) se ha celebrado el 8M, Día Internacional de la Mujer.

Como otros años, se han realizado diferentes actos, concentraciones y manifestaciones, para reivindicar una igualdad real entre hombres y mujeres (casi nada).

Para empezar por alguna parte, comencemos por saber qué es feminismo:

Que no lo digo yo ¿eh? ¡que lo dice la RAE!

Bien, visto esto, voy a pasar a las cosicas que se oyen por ahí (todavía), y hacen que la yugular lata con una fuerza inusitada, al estar ya hasta un sitio que yo me sé, y seguro que quien me lee también sabe, de oírlas cada cierto tiempo:

“Yo, ni machista, ni feminista; yo, igualdad”: Punto número uno, no entiendo la frase… ¿yo, igualdad? Pues yo, Jane y tú, Tarzán. Como he comentado antes en la captura de la RAE, y diciéndolo en tu idioma, si tú igualdad, tú feminista, ya que feminismo es el principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre. Poco más que explicar.

“¿Y por qué no hay un día del hombre?”: ¿De verdad hace falta?¿De verdad te sientes en desigualdad (negativa) frente a las mujeres? Bueno, pues para que no te quejes, que sepas que lo tienes: 19 de noviembre.

“Pues tampoco sé muy bien qué derechos os falta por conquistar a las mujeres”: Bueno, a ver, es verdad que ya puedo trabajar sin pedirle permiso a mi marido… ¡incluso abrirme una cuenta bancaria!; puedo conducir, practicar deporte y correr una maratón (bueno, quien dice poder, dice tener la oportunidad); puedo ir a la universidad; ¡hasta podemos votar!; sí, es verdad que hemos conquistado un montón de derechos, eso es así; pero para una igualdad real entre hombres y mujeres faltan cosas, a saber:

Eliminar la brecha salarial: A día de hoy sigue existiendo, aunque según el Estatuto de los Trabajadores no se puede discriminar por razón de género. No es solo que a igual puesto en muchas empresas las mujeres cobren menos, sino que la mayor parte de los empleos precarios (véase cuidado de mayores, de menores, limpieza…) lo ejercen mujeres, con sueldos más bajos. “A ver, pero si hacen el mismo trabajo, cobran lo mismo, por convenio”; sí, claro, pero luego están los complementos y lo que cada trabajador negocie con su jefe… y qué casualidad que en casi todos los casos la mujer es la que sale perdiendo.

Acceso a puestos de dirección y responsabilidad: En 2021, las mujeres ocupaban un 19% de los puestos directivos. Esto quiere decir que el 81% restante son hombres (las mates siempre se me han dado bien, se nota ¿eh?); ¿de verdad no hay más mujeres apropiadas para esos puestos? Da qué pensar.

Protección a la maternidad: Yo, auxiliar de enfermería, he tenido que oír, y encima proveniente de otra mujer, que eso ya me incendia del todo que “claro, es que si quiere ser madre, pues no podrá ser encargada”. Ah, pero si eres padre sí, ¿no? Es decir, la crianza de los churumbeles es cosa de la madre, por lo que debe abandonar el mercado laboral, quiera o no. Y esto va unido a lo anterior: si eres madre, no puedes estar en puestos directivos, porque no vas a emplear 14 horas diarias a trabajar; ¡ah! y si eres padre y también decides no utilizar 14 horas de tu día a trabajar, sino que te implicas en la crianza de tus hijos e hijas, además de no dejarte ascender por “poca implicación en tu trabajo” (recordemos que las jornadas son de 8 horas), eres un “calzonazos y un planchabragas”. Maravilloso todo.

Esto, así, a bote-pronto. Os invito a darle una vuelta y ver más situaciones en que se dan.

Continuamos con más cosicas que hay que oír:

“¿Cómo no voy a ser feminista si he crecido rodeado de mujeres? Mi madre, mi hermana, mi abuela…”. Pues mira, majico, que no es garantía de nada; es que al final depende del modelo que hay en tu casa… si has crecido rodeado de mujeres, pero ellas se encargaban de todo lo de la casa, de hacerte tu cama, lavarte tu ropa, prepararte la comida… mientras tu te rascabas aquella parte, pues la situación de igualdad, es bastante irreal. Puedes haber crecido en un hogar con todo mujeres y ser un machista de narices, y haber crecido en una familia con mujeres y hombres, y que todo el mundo arrimase el hombro, de modo que “mamas” que todo es labor de todos.

“Yo tengo claro el feminismo; ayudo en casa”. ¿Que ayudas en casa?¿Lo de casa no es cosa tuya? Más que ayudar, igual de lo que se trata es de que os repartáis las tareas entre todos y sea una cuestión de corresponsabilidad, digo yo… Porque si convives con una mujer y además de trabajar fuera de casa, luego llega al hogar y le toca hacer todo y que tú pongas una lavadora y “ya has ayudado”… pues como que vuelve a estar todo un poco desequilibrado ¿no?

“Es que ya no se pueden hacer ni chistes”. Tema controvertido, este de los límites del humor… Pero no sé, tú puedes hacer el chiste, y a mí puede no hacerme ni puñetera gracia; y te lo puedo trasladar. Y si te picas, pues como se suele decir, quien se pica, ajos come. Parece que solo existe la libertad para decir lo que a mí me apetece, da igual si gusta o no; ahora, si la persona de enfrente me afea, es que no respeta mi libertad. Pues igual tienes el concepto un poco regulero… no sé, revísalo.

“Es que ya hasta los piropos son agresiones… estáis exagerando”. Si tú, porque te sale de ese sitio, le gritas en plena calle a una mujer que no conoces de nada lo buena que está o lo qué le harías si pudieras, y ella se siente incómoda o agredida, sí, es una agresión. En primer lugar, nadie te ha pedido la opinión sobre su vestimenta o su forma física: cállate. En segundo lugar, si lo que necesitas es marcar tu territorio, echa una meadica en la esquina, que va más con tu comportamiento. Y por último, si lo que te pasa es que sale solo y no te puedes controlar, tienes un problema importante y es mejor que te vea un profesional y te lo trate.

Estas son cosas que se oyen, hay muchísimas más, la lista sería interminable, pasando por “cuando dicen no se están haciendo las duras, en realidad quieren decir sí”, que daría para un tratado; o “feministas sí, feminazis no”, cuando ven su situación de privilegios tambalearse; o “no todos somos violadores o agresores”, por supuesto, eso lo tengo claro, pero es que no te voy a dar la enhorabuena por ser civilizado…

Y así las que quieras.

Mención aparte merecen las marcas que el 8M pintan su logo de morado y el resto del año no hacen un huevo por el feminismo. O ponen el arcoiris para el Orgullo y siguen sin tener políticas reales de igualdad el resto del año. Pero esto da para otro post.

Mientras se sigan oyendo estas cosas, sigamos viviendo situaciones de desigualdad, de agresión y las oportunidades no sean para todas las personas, independientemente de lo que tengamos entre las piernas, seguiremos saliendo cada 8 de marzo, haciéndolo visible, y luchando el resto de los días, porque las cosas no se consiguen por salir un día en la calle, inundar las redes de color morado o ponernos ese día la camiseta de feminista; hay que lucharlo en la educación, en el trabajo y en el día a día.

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