Ama, ¡que ya es Halloween!

Yupi.

Y mira que yo soy de celebrar hasta el día de la marmota, ¿eh? Pero Halloween, pues como que no le cojo el punto, no sé…

Es de estas fiestas importadas que no encuentro explicación, y que en casa no se han celebrado nunca, pero desde la llegada de HIja1 e Hija2, pues mira, no hay año que falten. Bueno, más que desde su llegada, desde que fueron conscientes de que ese día se sale a la calle disfrazado (a la mayoría de los niños les flipa disfrazarse), y que si vas de casa en casa te dan chuches, y puedes tocar los timbres que te dé la gana, que no te van a salir persiguiendo a gritos (al menos no es lo habitual).

Así que nada, a pensar disfraz (entrenando para Nocheviejas venideras), y madre a la máquina de coser para apañar algo aparente, o a la web de disfraces baratejos a elegir el atuendo. Un sueño.

Los primeros años apañábamos con lo que teníamos por casa, así salían disfraces de lo más chulos: princesas vampiresas, piratas zombis, princesas zombis, piratas vampiros (todo un derroche de imaginación, lo sé), para luego pasar a brujas, niña de la curva y zombi a secas.

Y ya llegamos a una edad en que los disfraces improvisados pues como que no cuelan, y toca elegir algo más “de mayores”. Ha habido suerte este año, y han decidido ir de cazafantasmas. Fantasmas no sé, pero calamares vais a poder cazar por un tubo.

Porque sí, amigos, en un alarde de originalidad, lo primero que se han acabado en las tiendas regentadas por gente venida del lejano oriente con precios bajos y calidades más que dudosas, lo que primero-primero que se ha acabado son los buzos rojos; claro, eso quien no haya podido reciclar su buzo rojo del año que, en otro pico de exclusividad decidió ir de La Casa de Papel.

Aquí es verdad que los que más se disfrazan en Halloween son los txikis (aunque cada vez se ve más gente joven), y que los adultos somos más de Nochevieja. Eso sí, como te des una vuelta por una urbanización, no sabes si estás en Pamplona o en una peli norteamericana… cada vez se nos va más con las decoraciones.

Y la gente que no es de la Vieja Iruña pensará “¿En Nochevieja?” Pues sí, aquí somos así: durante años nadie se ha disfrazado en Carnavales; no al menos a la usanza de otras zonas de España, aquí se lleva el sosismo, o los carnavales rurales, típicos de pueblos concretos, que son, como diría el Diestro en dos palabras, IM-PREZIONANTEZ.

Y en lugar de disfrazarnos en Carnavales, nos disfrazamos en Nochevieja, dando una nota de color. Y no son disfraces así, de lo que se pilla, no… Aquí, si se hace, se hace bien. Hay que ver a las cuadrillas un par de meses antes (las organizadas), o a partir del 26 de diciembre (la mía), pensando, debatiendo y diseñando los disfraces, complementos e incluso transportes. He visto barcos vikingos en la plaza del Castillo (que no entraban por las calles y por eso se quedaba ahí), autobuses de cartón del “Límite” (quien sepa de lo que hablo, está tardando en quedar para ir a andar), e incluso cohetes espaciales.

Y los disfraces… originales no, más. Siempre estaban los típicos de vikingo, mosquetero, indio, vaquero o de cirujano, que este era de última hora, en plan “ama, tú que trabajas en el hospital sácame una bata de papel, un gorro y una mascarilla, que la jeringa gigante la compro yo”. Pero había otros que hablaban de la imaginación y creatividad de las cuadrillas, y maña para fabricarlos, claro… de Transformer (habrá quien diga que lo ha visto en youtube con niños, pero yo hablo de los 90, que ni youtube ni youtuba), Caballeros del Zodiaco, Tetris, quesitos del Trivial (guiño, guiño), bombonas de butano…

La verdad es que era muy divertido todo el proceso de decisión, diseño y creación, para que luego te durase el disfraz íntegro la primera media hora, y llegases a casa entrada la mañana con un mix de jugador de rugbi con peluca de “Jacksons five” y hacha de vikingo que habías ido recopilando por ahí.

Así que por ese punto puedo entender a las txikis la cosa esta de preparativos, ya que todavía son jovenzuelas para salir en Nochevieja. Pero ¿Halloween? Es como San Valentín, Papá Noel o el Oktoberfest (bueno, este lo dejo, que tiene cerveza). Son tradiciones que adoptamos por su carácter festivo básicamente, sin conocer ni el origen ni el por qué de las cosas… no sé, se me quedan descafeinadas, en celebrar por celebrar.

Pero bueno, como en otras cosas, pasaremos por el aro a petición de las txikis, que en verdad lo pasan muy bien.

Feliz jagüelin…

Feliz jagüi…

Feliz juague…

FELIZ JALOGÜIN

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