Ama, que Mikel me ha mordido

“¿Mi hijo? No creo… ¡algo le habrás hecho tú!” Respuesta de la madre implicada; implicada porque ella quiere, claro… que el problema es entre el susodicho e Hija2.

Desde que llevé a Hija1 e Hija2 a la guardería, a la temprana edad de 4 meses la primera y 7 la segunda, todos los años me he encontrado con este tipo de conversaciones por alrededor al ir a buscar a los pequeños seres. Y muchos años más de dos y tres veces.

Hay veces que es un mordisco, otras veces un insulto, un “me ha quitado el balón”, un “me ha empujado”… El agravio varía, pero la justificación por parte de algunos padres o madres es común: “¿Mikel? ¡Qué raro! ¿Y tú no le has hecho nada, bonita?” (¡Ay, ese bonita!¡cómo me pone ese bonita!)

“Mikel no es de morder” se me sigue justificando la madre, como si eso explicase la marca perfecta de todos los dientes de leche en el brazo de Hija1. “Eso es que ella le ha dicho algo” y vuelta la madre a sacar balones fuera.

Y así es, queridos amigos, queridas amigas, cómo, desde la más tierna infancia, conseguimos que nuestra chiquillería no se haga responsable de sus actos. Primero, respondiendo por él, y segundo, justificándolo.

Porque hay maternidades y paternidades, que no entienden que nuestros perfectos retoños cometen errores; y no solo eso, es que los tienen que cometer, porque si no, no se aprende. Y además, para evitar que cometan esos errores, protegen, sobreprotegen y requeteprotegen, tomando incluso las decisiones por ellos, de tal manera que no tienen que hacerse luego responsables de la decisión. Es que no la han tomado.

Quizá yo sea mala madre, y Aita un mal padre, o quizá es que ya hemos sido hijos, y recordamos haber contado las cosas en casa desde nuestro punto de vista, no mintiendo, pero sí adaptando la realidad a nuestra conveniencia, dando una visión un tanto sesgada para que nos favoreciese. De tal manera, que desde que el mundo es mundo, “el profe me tiene manía”, “ha empezado el otro” y “no tengo ni idea de lo que ha pasado, no me he enterado, estaba en mi mundo”.

Por eso, repito, que igual somos malos padres por no confiar a ciegas en Hija1 e Hija2, somos de la idea de que todo suceso, historia o aventurilla tiene tantas versiones como personas implicadas, y a veces también hay que contar con la versión de los testigos.

Yo sé qué educación les damos, qué valores intentamos transmitir, cómo se comportan en casa… pero no qué decisiones toman cuando están fuera de casa, frente a un conflicto o un problema. Hay veces que aciertan, y veces que no. Hay veces que tienen razón y otras que la cagan. Y así tendrán que aprender, como hemos hecho todos.

Empezamos en infantil, cuando tenía un conflicto con otro txiki, pues había que dar la cara, y si le has quitado el balón o le has empujado, piensa si a ti te gustaría, y si es que no, ve, y habla con Mikel, y le pides perdón.

Continuamos con, si la habéis liado los amiguetes molestando a un vecino, pues vais y pedís disculpas, y si hay que pagar un cristal, pues asumís.

Seguimos con, si has faltado a alguien al respeto a través de una red social o del grupo de whatsapp de la clase, date cuenta de cómo te sentirías si te pasase a ti, y pide disculpas, a través de la red social y en persona.

Si has tenido un problema con un profesor o no estás de acuerdo con una nota o así, vete a tutoría, habla con él y resuélvelo de buenas maneras; puede que tengas razón o puede que no, pero por lo menos saber.

Y así con todo.

Y si por un casual te encuentras en problemas, o no sabes bien cómo resolverlo, o crees que la has liado tanto que no tiene remedio, aquí están Aita y Ama para echarte un cable, que aunque no tengas razón, ellos van a estar siempre para apoyarte (no para darte la razón), y ayudarte a salir del follón.

Nota 1: Mikel es un nombre ficticio, genérico. Hija2 nunca ha tenido un conflicto con ningún Mikel, que yo sepa.

Nota 2: Durante la escritura de este post ningún niño ha sido mordido, empujado, le han quitado el balón, ni ningún otro tipo de agravio.

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