Ama, que hoy me vacunan

¡Pues la cosa ya va!

Hoy vacunan a Hija1. ¿Está nerviosa? Pues sí, pero por otra parte le hace como ilusión.

Uno, por ser mayor como para vacunarse (angelico), y dos, porque lo ve como la manera de volver a la normalidad de poder quedar con sus amigos y hacer la vida familiar y social que le corresponde a una chavala de 13 años, con prudencia, pero más cercana a lo que era antes.

La verdad es que nunca había visto tantas opiniones encontradas en torno a una vacuna; igual es que nunca había dado con gente contraria a las vacunas, o en concreto a esta vacuna, pero la verdad es que he visto opiniones y posturas de todos los colores.

Parto de la base de que lo que cada persona decida, piense y haga, es cosa de esa persona y de nadie más. Pero sí que me fastidia (y me jode, por qué no decirlo), que para justificar su postura utilicen la condescendencia y el “es que yo voy contracorriente”, poniéndonos a los demás en una posición de borregos y acomodados que en la mayoría de las situaciones no es real.

Me explico. He tenido en mi entorno a gente que no se ha querido vacunar; vale, es tu decisión. No la comparto, no la entiendo (y más siendo de mi entorno laboral, trabajo en un hospital), pero la respeto, y no voy a intentar convencerte.

Ahora, el que tú justifiques tu decisión en: “es que yo me he informado, conozco a gente que está en los estudios; aunque entiendo que os vacunéis con la supercampaña que se está haciendo (que solo le falta añadir: aborregaos)”, pues mira, no; porque tú no sabes si yo me he informado con profesionales del sector (como así ha sido, solo que igual no son los mismos con los que te has informado tú), que des por hecho que el resto de la humanidad que toma la decisión libre de vacunarse (igual que tú has tomado la de no hacerlo) lo hacen por aborregaos y por no cuestionarse las cosas, pues como que no me mola. Y esto hace que me ponga en contra de tu decisión, pero no por la decisión en sí, sino por la condescendencia y paternalismo con la que tratas a los demás, haciendo ver que tienes la verdad absoluta.

Luego está quien defiende que: “me dicen que soy egoísta por no vacunarme, pero ellos solo lo hacen porque quieren volver a lo de antes, a viajar…” ¿Y te parece poco? Me cuesta creer que haya quien no quiera volver a quedar con la familia, los amigos, los conocidos y los primos lejanos, sin distancia de seguridad y pudiendo abrazarnos, besarnos y achucharnos sin miedo. Yo reconozco que no soy muy de achuchones, y en ocasiones un poco antisocial, pero el contacto físico humano se hecha en falta un montón. Y me apetece viajar, enseñar mundo a Hija1 e Hija2, y descubrirlo con ellas; y salir con las amigas de fiesta hasta cerrar algún bar; y hacer una barbacoa con la familia con las brasas hechas con las mascarillas, sin preguntar quince veces cuál es mi cerveza para no compartir botellín. ¿Egoísta? Yo creo que no, yo creo que es humano, que somos seres sociales.

“Pues a mis hijos no les pongo eso ni de broma, no sabemos los efectos a largo plazo”. Vale, el miedo es libre; pero realmente no sabemos los efectos a largo plazo de casi ninguna vacuna o medicamento. Siendo así, no les habría puesto ninguna vacuna, y menos las nuevas que no entraban en la cartilla de vacunación y que había que apoquinar (Prevenar y Bexsero me tocó a mí); pero nosotros no nos lo planteamos más allá de “es la manera de proteger a las txikis de enfermedades muy jodidas”; y realmente no hay otra razón detrás de vacunar a las txikis. La ciencia ha demostrado que las vacunas funcionan, y se han conseguido casi erradicar enfermedades que antes eran mortales; pues p’alante. Y lo que tampoco queremos es que Hija1 sea la única de su gela sin vacunar, porque ahí sí que compras los boletos tuyos, del irakasle y de todos mis compañeros.

Así que sí, con el gusanillo en la tripa, con nervios, pero en un rato Hija1 tendrá su primera dosis inoculada. ¡Vamos!

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