Han llegado, con un año de retraso, las olimpiadas de Tokyo 2020, que se celebran en 2021… no sé qué de una pandemia mundial, o algo así las ha retrasado. Cosas.
La verdad es que es una cita a la que yo suelo acudir. El deporte (verlo, sobre todo) me gusta bastante, y durante las olimpiadas, que encima ves deportes en la tele que normalmente no, pues todavía lo disfruto más.
No era consciente de mi afición a las olimpiadas, hasta que un día, hablando con amigos del récord mundial de salto de pértiga femenino, me vi de repente hablando con total autoridad de la final de pértiga femenina de Atenas 2004, en la que Yelena Isinbáyeva y Svetlana Feofanova, ambas rusas, pero que no se debían llevar mucho (serían de distintas zonas de Rusia, yo que sé, que es muy grande; o rivalidad deportiva, a saber), estuvieron salta que te salta en la final, con barrido de Yelena, que ya ha superado su propio récord en distintas ocasiones. Super emocionante, a la par que friki, lo reconozco.
Que luego son datos que no me sirven de nada (si es que me acuerdo de ellos); solamente para ganar alguna pregunta del trivial, poco más. Como que la selección de fútbol que juega es la Sub-23, excepto tres jugadores que sí pueden ser mayores; o como que Eric Moussambani, de Guinea Ecuatorial, había aprendido a nadar en enero del mismo año en que compitió, nadó solo y le sacaron más de un minuto en el crono; las pasó canutas para acabar dos largos, pero no hubo nadie en aquella piscina que no le aplaudiese; o que los anillos olímpicos tienen esos colores porque todas las banderas del mundo tienen al menos uno de esos colores (rojo, azul, verde, negro y amarillo); o como que los juegos de Rio de Janeiro (¡¡en 2016!!) han sido los primeros en América del Sur, y en África todavía no se han celebrado.
Pues eso, datos que ocupan parte de mi cerebro, que no me ayudan a aprobar una oposición, pero porque no es de culturilla general; ahí lo petaba. Luego estoy ahí, estudiando el sistema músculo-esquelético, y me viene en plan “Miguel de la Quadra-Salcedo pulverizó los récords de lanzamiento de jabalina lanzándola al estilo vasco, pero lo vieron peligroso y lo descalificaron”. Un mundo, aquí, mi cerebro.
En fin, que me disperso.
El tema es que como Hija1 e Hija2 me ven con interés por el tema, pues ellas miran por ver qué es eso que tiene a su madre tan atenta; y la cosa es que algo les ha llamado la atención. Solemos comentar cosas sobre los deportes, sobre la exigencia de todos en general y de algunos en particular… Y este año ha habido varias cosas que les ha chocado. (Pequeño inciso: me hace gracia que les llame la atención así de primeras, cosas que a los adultos nos ha costado una vida; eso es que algo se va haciendo bien).
Una de las cosas fue con toda la polémica de las jugadoras de balonmano playa de Noruega; que también te digo, que polémica porque el COI quiso, porque las jugadoras me parece que estuvieron de lo más acertadas. Resulta que el uniforme oficial FEMENINO, incluía un biquini cuya parte de abajo no podía tener más de 10 cm de tela en el lateral, por lo que, como bien dijeron Hija1 e Hija2, “¡van enseñando medio culo!”; las jugadoras protestaron y decidieron jugar con un pantalón corto (bastante corto he de decir, no llegaba ni a medio muslo), porque se sentían más cómodas; hay quien simplifica mofándose de que “se les metería arena en algún sitio, jojojo (risa de machirulo con palillo)”; o puede ser eso, y que no vean la necesidad de ir enseñando cacho para competir. Ya solo falta que te estés preparando durante por lo menos 4 años (algunas personas una vida entera), para poder acudir a una cita deportiva de esta envergadura, y que el requisito imprescindible sea ir enseñando media nalga, aunque ello te impida competir a tu máximo nivel. Ya puestos, la selección masculina podría competir sin camiseta y con bañador tipo “turbo”… si de enseñar carnes se trata…
Para finalizar, ha aparecido la cantante Pink (que antes me gustaba mucho, ahora me requeteencanta), alabando la postura de las jugadoras noruegas, y ofreciéndose a pagar la sanción impuesta por el COI. Sororidad.
Otra de las cosas que les ha llamado la atención ha sido el abandono por parte de Simone Biles, por, según sus propias palabras “cuidar su salud mental”. Menudo ejemplo de mujer. En Río me dejó alucinada lo que era capaz de hacer en cualquier aparato de gimnasia artística. Fue impresionante.
Pero la lección que ha dado en esta cita olímpica, ha sido para hacerle la ola a lo largo y ancho de todo el mundo. Como leí por ahí (twitter, creo), ha hecho más por la salud mental de todo el mundo, que cualquier ministro, consejero de sanidad o mandatario en general. Ha demostrado que no todo vale para ganar, que tan importante es el bienestar físico, como el mental. Y esto para los y las jóvenes (muy jóvenes, a veces) que empiezan en el mundo del deporte, y más de alta competición, me parece un mensaje importantísimo.
Es curioso porque en nuestro tiempo hubiera sido un “qué floja, debería competir” y en cambio las txikis lo ven como “pues si no está bien para competir, que no lo haga”. Supongo que habrá una parte que les hemos inculcado nosotros, pero creo que estas cosas también se están trabajando más, y se está dejando de estigmatizar el tema de ir a un psicólogo o a terapia, que por otra parte, ya era hora… pero ellas lo han visto tan bien. Minipunto para las txikis.
También puede ocurrir como con Djokovic, muy buen tenista, eso es cierto, pero que desde una visión un tanto acomodada por los euros que le da su deporte, sumado a que este no tiene nada que ver con el de Simone Biles (en el tenis tienes muchísimos puntos y juegos para remontar, en gimnasia te lo juegas todo en los 10 segundos o los dos minutos que dura tu ejercicio), tiene el cuajo de decir que “la presión es una ventaja”, ya que “sin ella no existiría el deporte profesional. Si tu objetivo es estar en la cima de tu deporte, lo mejor es que comiences a aprender a lidiar con la presión y los momentos difíciles, tanto en la pista como fuera de ella”. Días después (hoy) luchando por el bronce olímpico contra Carreño, lanza una raqueta contra la grada (vacía, más vale), y en su segundo ataque de frustración destroza otra contra el palo de la red; ah, y después de perder el partido, se retira de la lucha por el bronce en parejas mixtas, dejando a su compañera más colgada que “el perchas”. Sí señor, todo un ejemplo de manejo de la presión y los momentos difíciles… Prefiero la manera “Biles”, sinceramente.
Y ya por último (al menos de momento) está el tema de los titulares de ciertos medios de comunicación, y la diferencia cuando quien gana es una mujer o un hombre. Ejemplos:
Que digo yo, que al lado suya, y también como abanderada iba Mireia Belmonte, pero no debía ser importante.
Que por lo visto no importa su nombre, de primeras. Ni el deporte en que compite, porque los 400 libres, para los que vemos las olimpiadas, sabemos que es natación, para los que no, pues eso. Lo importante, parece ser, antes que estas minucias es que es admiradora de Nadal. Sus méritos (¿qué méritos, si “solo” lleva 2 oros, 1 plata y 1 bronce en Tokyo?), ya para otro rato.
¿De verdad importa la vida personal de esta deportista? Ni sabía que era ex de David Broncano, ni, sinceramente, me importa. Y lo mismo ha opinado él. Nada que añadir, porque ya lo hizo Broncano. Si tenéis oportunidad, leed su twit.
Así que esta cita olímpica nos ha traído un montón de debates y conversaciones interesantes con Hija1 e Hija2. Me queda el consuelo de que ellas cazan al vuelo situaciones de machismo que tanto Aita como yo normalizábamos en cierta medida hasta que empezamos a interesarnos e informarnos sobre el feminismo. En esto nos llevan delantera y muchas veces nos enseñan ellas cosas, lo cual está muy bien.
Veremos qué nos traen los Juegos Olímpicos de 2024.