Pero, ¿no te va a doler, alma de cántaro?
Si vas a la ikastola que parece que te han contratado de sherpa para una expedición…
Y es que no lo entiendo… ¿qué llevas en la mochila?
No sé qué viviréis los que me leéis, pero las mochilas de ahora no son, ni por el forro como las nuestras. Tienen los libros de texto divididos por trimestres, por lo que sólo tienen que llevar un tercio del libro que toque (¡un tercio!); los ejercicios se hacen en fichas, y un cuaderno grande para lo que pueda hacer falta…
Y a esto se le une el ChromeBook, pequeño ordenador donde en realidad llevan todo… por lo que mucho mucho, no puede pesar la mochila… repito ¿qué llevas, Hija?
Pues bueno, en el caso de Hija1, no es tanto… lleva más o menos lo necesario, porque por no sacar, no saca ni el estuche de la ikastola para luego hacer tarea.
Otra cosa es Hija2. Madre mía qué mochila… Los libros del trimestre, alguno del anterior que se le ha olvidado sacar, una chorradica de papel que le ha hecho un amigo, el estuche con los tres kilos de rotuladores, y bueno, si están de moda (por ejemplo) las peonzas, pues ahí la lleva… Eso sin olvidar el trozo de bocadillo que se le olvidó comer (porque era más importante jugar al bote-bote), o el álbum de los cromos de moda que tiene que cambiar. Así que va como he dicho, de expedición.
Me recuerda a las mochilas de antaño, a aquellas que llevábamos en la EGB. Sí, has leído bien, EGB, que aunque no lo aparento (cada vez que veo “First Dates” me reafirmo en mi buen estado para la edad que tengo), yo estudié hasta octavo de EGB, y luego BUP y COU.
En aquellas mochilas llevábamos de todo. Por cada asignatura, libro y cuaderno. Y cuando ya ibas al último ciclo (de sexto a octavo), cuadernos grandes; eso sí, cada uno de un color, a poder ser acorde con el color del libro de texto. Y con la inicial de la asignatura dibujada con tipex de boli en la tapa así, grande (si no lo has hecho, no has tenido infancia).
Los libros, de Santillana: rojo para Lenguaje (no lengua castellana); naranja para Matemáticas; verde para Naturaleza (que no Ciencias Naturales); y azul para Sociedad (que no Ciencias Sociales). Lengua, Mate, Natu y Soci para los amigos, vaya…
Luego estaba el Senda, libro de lectura marrón feo, y el de inglés, que también era azul, pero los circulitos del centro con los colores de la bandera del Reino Unido, y que también tenía un libro más pequeño con ejercicios de gramática para hacer.
Así que ahí ibas, cada día con tu mochila, tus cuatro libros, sus correspondientes cuadernos, la flauta (marcando generaciones desde el inicio de los tiempos), el bolso de gimnasia, y si luego tenías seguido alguna extraescolar, la equipación necesaria.
Y por supuesto, sin olvidarnos de la joya de la corona. Sí es eso que estás pensando… ¡La carpeta clasificadora!
¿Habéis tenido el valor de mirar vuestra carpeta de la EGB en algún momento de vuestra vida adulta? Si es así, mis felicitaciones, de verdad… ¡vaya vergüencita ajena!
Llena de pegatinas, desde los “toi”, que venían con el Bollycao (que por cierto el otro día, tras escribir esto, los vi, ¡que los vendían como cromos!; me quedé muy loca):
hasta los guapos del momento de la Superpop:
Bueno, creo que aquí procede un pequeño inciso, para comentar algunos detalles de esta imagen… Tom Cruise, ¿qué pelos me llevas?; Kirk Cameron, ¿qué has hecho con tu vida?; Glenn Medeiros… a ver ¿qué tipo de nombre es Gleen?¿Alguien conoce alguna canción suya que no sea “nada cambiará mi amor por ti” o “Nothing Gonna change my love for you” que viene a ser lo mismo? por cierto ahora es profe de primaria en Hawai; Bros… ¿Bros? ¿qué cantaban estos?; y lo más importante, ¿quiénes son “El Norte”?; por no hablar de George Michael, Bon Jovi y el muchacho pelos de Europe.
Madre mía la adolescencia…
Volviendo a las carpetas, lo que de verdad personalizaba y daba identidad a tu carpeta clasificadora (no, no era carpeta a secas, ni clasificadora; tenía nombre y apellido, como los importantes) eran las dedicatorias que tus compañeras de clase te apuntaban en cada página de cartulina, y que tú repetías en carpetas de otras compañeras; ahí estaba la verdadera poesía, y no en los libros de Gustavo Adolfo Bequer (o también, que a veces había un poco de plagio, no lo voy a negar):
Estaba la sencilla, sin mucho esfuerzo:
- De mí, para ti, por ser tú.
Los juegos de palabras:
- Puedes no ser alguien en el mundo, pero que para alguien seas el mundo.
- ¿Cómo quieres que te quiera, si el que quiero que me quiera no me quiere como quiero que me quiera?
Y luego ya la poesía en estado puro:
- Mi corazón palpita como una patata frita
- Me levante un Lunes / para estudiar el Martes / Pero como vi el Miércoles / que el Jueves llovía / me dije el Viernes: / ¿para que estudiar un Sábado / si el Domingo es fiesta?
- Si yo fuera Supermán / te llevaría volando / pero como no lo soy / te jodes y te vas andando.
- Verdes son tus ojos, / verde tu mirada / y más verde es tu boca / que nunca te la lavas.
Luego ya pasábamos a lo atormentao:
- Te quiero más que a mi madre / y bien que lo estoy pagando, / mi madre me dio la vida / y tú me la estás quitando…
- Por unos ojitos negros / mi corazón está herido / sangrando gotita a gota / todo el amor perdido
- Soñé que el fuego helaba / Soñé que la noche ardía / Y por soñar imposibles / Soñé que tú me querías
Y así en general, la tontería adolescente. Madredelamorhermoso qué cursis éramos
A día de hoy no llevan ya aquellas carpetas, que terminaban el curso requetepegadas por todas partes, y pintadas, dibujadas y dedicadas en todas y cada una de sus páginas, pero qué especial era aquello para nosotras (y digo nosotras, porque hasta 8º de EGB en mi curso éramos solo chicas).
Afortunadamente, en la mayoría de los casos que conozco, las espaldas sobrevivieron, así que confiaremos en que las de nuestras retoños también lo hagan…