Ama, ¿cuándo voy a tener móvil?

Esta era una pregunta recurrente de Hija1, hasta que hablamos con ella, y se lo explicamos bien.

La verdad es que llevamos tiempo dándole vueltas al tema. Hija1 va a comenzar la ESO y, aunque seguirá en el mismo centro escolar, llevará otros horarios, y más ratos de estar sola.

En un principio nos planteamos que tuviese movil en 1º de la ESO por esa misma razón; siempre hemos tenido muy claro que el móvil lo tendrían cuando fuese necesario, no lo vemos como un juguete, ni como un elemento de entretenimiento (no, al menos, un móvil propio, a esa edad). Por lo tanto, no solo es un tema de que ella lo demande, sino también de que a nosotros nos venga bien, y sea una herramienta útil para cuidarlas.

Es cierto que ya salen, tanto ella, como Hija2, a hacer recados, dar una vuelta con las amigas (en entornos conocidos y con nosotros cerca)… y a veces nos pesaba un poco el tema de que no tuviese cómo comunicarse con nosotros si le pasaba algo; en nuestros tiempos había cabinas, ahora no. Y eran otros tiempos; ni mejores, ni peores, ahí no entro, porque lo que creo es que son diferentes.

Descubrimos un dispositivo, que es un reloj desde el que puede llamarnos por teléfono, y nosotros a ella, tiene su propio número, que, el día que tenga móvil, probablemente será el que tenga. Y con eso, de momento nos apañamos. Es un dispositivo completamente controlado por nosotros (sus padres), y que no tiene acceso a redes sociales; además, sólo puede recibir llamadas de los números que nosotros designemos, y llamar también a los números que pongamos en su memoria.

Hay quien dice: “vaya control más férreo”. Pues sí. Pero es que creemos que así debe ser. Simplemente, porque como en todo, tienen que aprender a utilizarlo. Parece que como nuestros hijos son la “generación digital”, “nacen ya sabiendo”… no hubiera que enseñarles a usarlos, y no es así. Es como todo: hay que enseñarles un uso sano del teléfono móvil, la televisión, el deporte o la alimentación. De todo. Y además, no es que sean nativos digitales, es que, como en todo lo demás, imitan conductas (normalmente de sus padres y/o madres).

Y por otra parte, la sensación de que hay que correr para todo. Parece que, en esta sociedad de la prisa y lo inmediato, hay edades en las que “ya hay que”: como si a los 6-7, como mucho 8 años, ya tienen que saber qué deporte les gusta, para practicar ese, y sólo ese el resto de su vida (con lo guay que es que vayan probando); parece que si repites un curso es un gran fracaso (como si ya no llegases a tiempo al resto de los hitos de tu vida); a los 2 años hay que apuntarlos a natación; en la Comunión el móvil (¡el móvil! ¡con 9 años!); si no, a los 12 TIENE que tener móvil; a los 18 elegir carrera, que ya la tienes que tener más o menos decidida a los 16, para elegir el bachiller correspondiente (porque lo de los Ciclos Formativos, como que hay gente que ni se lo plantea, y la decisión, no olvidemos que es de nuestros hijos); y así con todo. Que a ver, que ya sé que hay cosas que tienen que se a una edad, pero jolín, más o menos, que cada uno tiene sus circunstancias y su ritmo.

Tenemos claro que ellas tienen que tener su intimidad para comunicarse con sus amistades, de hecho, cuando hay whatsapp en grupos que comparten con sus amistades, sin leerlo se lo doy, para que hable lo que quiera, pero también es cierto que, dentro de lo posible, hay que supervisar, por lo dicho, para enseñarle a usar las redes.

Las redes sociales… esto da para un rato, pero así, en resumen, nuestro mensaje con ellas ha sido: si no lo harías en la calle, o cara a cara, en las redes sociales tampoco. Es decir, ¿tú irías enseñando el culo por la calle? no, pues en las redes sociales tampoco; ¿tú le darías datos tuyos a alguien que no conoces por la calle, o te pararías a hablar? no, pues en las redes tampoco; ¿tú le insultarías a una amiga a la cara? no, pues en las redes tampoco. Y así con todo. Además, no olvidemos que con 12 años no tienen edad para tener perfiles en redes sociales (según tengo entendido, en España es a los 14).

De otra manera, me parecería un poco como un ejemplo que puso una vez un amigo mío en una conversación que tuvimos sobre el tema: darle el acceso total a internet a un niño (no olvidemos que con 12 años, siguen siendo niños), sin ningún tipo de control, ni supervisión, es como si a ese mismo niño, lo llevas desde aquí en tren a Madrid, y en la estación de Atocha le dices: “ale, majo, nos vemos en la Plaza Mayor, hasta luego” y lo dejas ahí solo. ¿Lo harías? Pues dándole acceso libre a Internet les ponemos ante el mismo peligro: les exponemos a imágenes no recomendables para su edad, a contactar con personas desconocidas para ellos y para nosotros, e incluso, yendo más allá, al no tener el conocimiento o toda la información, accedes a conocimientos sesgados, manipulados o falaces, haciéndoles caer en fanatismos, grupos poco recomendables e incluso sectas; que suena muy a peli cutre de Antena 3 del domingo por la tarde, pero pasa, y mucho.

Así que, definitivamente, todavía no va a tener su propio móvil. Seguirá utilizando los nuestros para quedar con sus amigas, utilizará el correo de la ikastola, que está más controlado, y esperaremos a una edad que nosotros consideremos más adecuada, y que realmente sea por necesidad.

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