Se va acercando el principio de curso, y con él toda la programación familiar de actividades diarias. Y parece que este año no va a ser más sencillo; todo lo contrario.
En principio, según gobiernos autonómicos, departamentos de educación y demás factores influyentes en esto, no habrá actividades extraescolares en los centros escolares (paradójico, ¿eh?). Otra cosa serán otras organizaciones públicas o privadas que habitualmente las hagan, que, en principio, podrán llevar a cabo su actividad (como se suele decir, Dios mediante), con las medidas de seguridad e higiene pertinentes.
Ante este escenario de incertidumbre (como llevamos todo el p… año, que estoy ya hasta un sitio), este es otro tema que las familias no podemos terminar de concretar. Sin embargo, estamos súper-preparados para cuando nos den la opción de apuntar a la chiquillería. Tenemos más escenarios posibles que la comisión que se dedica a organizar en el gobierno. Cada familia tiene su plan A, B, C, D… y hasta la Z; y espera a que empecemos a doblar letras… Y es que, no sólo metemos en la ecuación la complicación de las extraescolares, sino que también entran los horarios que tengan en la ikastola, cuadrar con nuestros horarios de trabajar…
Aunque este año no vaya a ser así, hasta ahora, tanto Hija1, como Hija2, tenían dos momentos para estas actividades: al mediodía, en la ikastola, y cuando salen de ella, en otros lugares (clubes deportivos, básicamente).
En la ikastola estaba muy bien organizado; había muchísima variedad, y estaba cuadrado con el horario de comedor, de manera que no comiesen solos los que participaban o no en estas actividades. Lo de la variedad, que comentaba, era muy amplia, había desde activiades artísticas (teatro, dantza, instrumentos musicales…), hasta tecnología (robotix, salseando con la ciencia…), pasando por idiomas (inglés, alemán), deporte (pelota, fútbol, baloncesto, patinaje) y manualidades o edición de vídeo, además de yoga. Para todos los gustos, vaya.
Además de aprender, llevan adelante y exploran sus aficiones, y encima los días que tienen actividad, en invierno, sobre todo, están resguardadas, y no chupan el frío norteño que por aquí nos gastamos. El resto de días siguen combatiendo el frío como toda la vida, jugando, saltando y corriendo.
Por ellas, se apuntarían a todo, y aún les faltan ratos para hacer, pero,primero porque vemos la importancia de que jueguen en el patio con los amigos y tengan tiempo libre (para jugar o para aburrirse y agudizar el ingenio), y segundo, por qué no decirlo, por un tema económico, tienen que elegir dos de estas actividades. No más. Eso sí, las que eligen, tienen que cumplir con el compromiso de llevarlas a cabo hasta fin de curso, lo que se empieza, se acaba. Tras duras negociaciones y cumbres de paz, todos los años llegamos a acuerdo.
Por otro lado, fuera de la ikastola también realizan actividades. Cuando empezamos a plantearnos el apuntarles a alguna, una de las cosas que teníamos claro era que, salvo necesidad por ir justa en el curso o recomendación del tutor o tutora, no iban a llevar a cabo actividades que supusiesen un “continuar en clase”, es decir, clases de repaso o incluso inglés, a no ser, también que ellas lo demandasen, que no fue el caso.
Algo que sí queríamos, era que hicieran deporte. Hay en este campo un tema que a mi me quema, y ya he comentado de refilón en algún otro post, y es que parece que a los 6 años tienen ya que elegir el deporte que practicarán el resto de sus vidas, y, la verdad, es que nosotros no estábamos muy por la labor. Te encuentras con cosas como que a los 8 años hagan pruebas de aptitud para entrar en un club deportivo de fútbol, cuando creo que a esa edad lo que tienen que hacer es probar, jugar y divertirse, no ganar la Champions… pero bueno, ese es otro tema.
Nuestras chicas han probado varias cosas: natación, judo, patinaje, zumba, bailes urbanos, pádel, fútbol… y al final han elegido. Hija1 es más de baile, por lo que hace bailes urbanos, y está probando el pádel. Hija2 es futbolera, y este año quiere volver a nadar. Veremos lo que se puede hacer.
Creemos que las actividades extraescolares no tienen que ser una obligación, sino un algo que les guste y tengan el compromiso de acudir y participar todo el año, por ellas y por el equipo al que pertenecen, incluso en deportes a priori individuales.
Es un momento del día para superar retos, quemar adrenalina, o para darle al coco o expresar su arte, y hacer algo que les guste y no está regulado en el currículo escolar.
Veremos qué se puede hacer este año.